—Entonces, ¿cómo podía una simple sirvienta cuestionarte, dejarte y salir huyendo?, ¿no es cierto?, algo imperdonable, algo intolerable… — Continuó Carmen con una pizca de ironía ligada a la rabia. — Ese era tu verdadero dolor, ¿o no?, ¿cómo una persona como yo, podía dejar al millonario, atractivo y poderoso Bastián Hidalgo, al hombre al que nadie le niega nada, el hombre al que todos temen?…—¿Quién te dijo que…? Tú no entiendes nada… — Gruñó por lo bajo Bastián.—Entonces es cierto, no lo niegas… — Asintió Carmen, con algo de tristeza en la mirada. — Eres el jefe de una mafia.Bastián la soltó, volteando la mirada con una tenue sonrisa irónica, y caminó hacia los ventanales de la oficina, como si todo ya estuviera dicho.—¡Vamos, dímelo, dime la verdad a la cara…! — Voceo Carmen, sorprendida.—La verdad es… Que ese no es tu problema… Vete, vuelve a tu habitación… — Gruñó Bastián sin voltear a verla.—¡¿Qué no es mi problema?! Eres… Eres un mafioso, un asesino, un cruel
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