En medio de ese minuto de silencio, como si estuviera hipnotizado, Bastián comenzó a acercarse a Carmen, inclinándose lentamente hacia ella, sin dejar de observarle rostro, pero sobre todo, sin dejar de detallar sus rosados, tentadores y pulposos labios.—¿Dónde has estado? — Preguntó Carmen, repentinamente, nerviosa.—¿Qué? — Bastián se detuvo abruptamente, ante la repentina pregunta.—Es que no te había visto desde hace tiempo, desapareciste y ahora que volviste, que por fin te veo de nuevo, parece que tienes algunos moretones… — Carmen señaló un cardenal que se marcaba en el brazo de Bastián. — Espero que no hayas estado metido en algún problema…—No, es que, yo… — Bastián se enderezó, incómodo, intentando cubrirse el brazo, bajando la manga de la camisa arremangada. — Había estado tomando algunas clases extras, muchas clases extras de hecho, y esto… Debió ser en las clases de defensa personal o de lucha…—Eso es bueno, supongo, que aprendas de todo… — Carmen se encogió d
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