—Mi tío puede ser el hombre más metódico y cuidadoso del mundo, pero tiene que haber algún momento en el que se descuide… — Iba diciendo Marcus, cuando notó que Carmen bajaba la mirada, sonrojándose. — Claro, cuando está contigo… Seguro que es, en esos momentos, cuando él tira todo y se olvida del mundo, sin pensar en nada…—Eh, no… Yo, Mar… Marcus… — Balbuceó Carmen, poniéndose colorada como un tomate. — No es así… Y por eso te dije… Que es imposible…—Claro que si es así, ¿acaso piensas que soy un tonto?… Y en ese caso, mi querida Carmen, creo que conseguir esa llave, podría ser mucho más fácil… — Soltó repentinamente Marcus con una sonrisa maliciosa, volteando también hacia el ventanal, pensativo.—¿Qué? — Carmen abrió los ojos de par en par, volteando hacia Marcus, sorprendida.—Disculpen, señor Marcus, señorita Carmen… — Fernanda se acercó a ellos, inclinándose en una pequeña reverencia. — Lamento interrumpir su conversación… Solo quería avisarles que la cena está servid
— ¡¿Qué?! — Se escuchó un fuerte golpe sobre la mesa, Carolina se había levantado evidentemente irritada. — ¡Marcus, debes estar bromeando! — ¡Carolina! — Se quejó Mercedes ante la estrepitosa interrupción de su hija, sin embargo, la mujer no se pudo controlar. — Lo siento, madre, sé lo que opinas sobre este matrimonio, pero yo no pienso igual… — Soltó Carolina hacia Mercedes, con fuerza, dejando sorprendida a su madre. — Aunque ciertamente nunca fue mi deseo tener un hijo propio porque sé que no tengo las cualidades de una madre y porque no quería arruinar mi figura, la vida me regaló a un joven, un hijo, para que terminara de criarlo y de pulirlo… Al principio fue muy difícil, para ambos… — Carolina le dirigió una mirada significativa a Marcus. — Pero sentí que todo el esfuerzo que hice y todo lo que tuve que soportar valió la pena cuando Marcus demostró ser un hombre diligente, listo, un caballero, un digno hijo Hidalgo, y creí… Yo pensé… — Carolina volteó hacia Bastián, ceñuda.
—Simplemente, asumí mi papel como el heredero, madre, pero siempre he sido claro con ella y ya me imagino que tú también debes saberlo, Laura no es nadie para mí… — Gruñó Bastián, viendo fijamente a su madre.—Pues… Digas lo que digas, no aceptaré, ni permitiré que te vuelvas a involucrar con esa mugrosa y barata zorra, una ignorante sin procedencia y sin linaje, una muerta de hambre sin nada… Bastián, te recuerdo que ella es la mujer que permitió que tu padre muriera, ¿o acaso ya lo olvidaste? — Siseo Mercedes con un tono amenazante. — Si lo haces, si me enfrentas por esa mujer, si deshonras el apellido de la familia y la memoria de tu padre, soy capaz de… Quitarte el apellido Hidalgo y desterrarte.—Por mí, puedes intentarlo, haz lo que quieras, madre. — Concluyó Bastián con la mandíbula apretada, para darse la media vuelta y retirarse.El conflicto con su madre, el compromiso con Laura, era asuntos insignificantes, problemas sin importancia, pues la mente de Bastián estaba en
Había algo extraño en los Torres, Bastián sentía que esos dos sujetos tenían algo sospechoso, ¿o eran simplemente los celos que crecían día con día, cuando él veía a Marcus charlando amenamente con la joven que él amaba?Quizás era una liga de todo, pero Bastián no estaba dispuesto a quedarse de brazos cruzados, así que siguiendo su instinto, él omitió momentáneamente su antiguo plan de escapar junto a Carmen y antes que nada, se dedicó a investigar en profundidad la vida de los Torres.—Son familiares lejanos de los Beltrán. — Soltó Bastián repentinamente, tirando una abultada carpeta sobre el escritorio de su padre.—¿Qué? — Pascual arrugó el entrecejo, confundido, tomando la carpeta que su hijo le había traído, para abrirla.—Nicolás y Marcus Torres, ellos son familiares lejanos de los Beltrán… — Enfatizó Bastián, paseándose de un lado para el otro, por la oficina de su padre, con el entrecejo arrugado.—Oh… — Pascual deslizó la vista por encima de uno de los papeles con c
Carmen no lo podía creer, todo lo que se dijo en esa cena retumbaba una y otra vez en su mente.Toda la humillación y los insultos, y el hecho de que toda la familia Hidalgo sabía sobre la relación íntima que ella tenía con Bastián supuestamente a escondida.Pero había algo más, algo que se dijo en la mesa y que también dejó a Carmen pensativa y perpleja, ¿sería cierto que en el pasado Bastián no quería tomar su lugar como cabecilla de los Hidalgo?, ¿y por qué?—Ese imbécil… ¿Quién se cree?, ¿el dueño del mundo? — Refunfuñaba Marcus en el auto, al tiempo que Carmen se mantenía inerte y cabizbaja, viendo a través de la ventana el paisaje que corría. — Ya lo verá, pronto lo verá, que él no tiene todo el poder y no manda sobre nosotros… ¿Cierto, Carmen?, estás de acuerdo conmigo, ¿verdad? — Marcus tomó una de las manos de Carmen, haciéndola reaccionar.—¿Eh? Yo… Eh, sí…—Mi tío Bastián, él piensa que va a detener nuestros planes… — Marcus observó fijamente a Carmen, con el entrec
Pensando en todo esto mientras se dirigía a la oficina, Bastián se encontró con una escena todavía más sospechosa.Fernanda, quien no estuvo en la entrada para recibirlo con el resto de las sirvientas, ahora estaba parada justo en la puerta de su oficina como si vigilara que nadie se acercara.Ahora Bastián entendía por qué se sintió extraño el recibimiento en la entrada principal, y por qué sintió que algo no le cuadraba, fue porque no la vio a ella.—¡Fernanda!, ¿qué haces aquí? — Preguntó Bastián al acercarse a su empleada, provocando que esta se sobresaltara.—¡Eh, señor…! Es que… Yo… — Fernanda bajó la vista, nerviosa, para luego mirar hacia la puerta de la oficina de forma inquieta. — Disculpe, es que… Yo lo buscaba… Y es que… Es porque… Porque… — Se quedó pensativa, pero nada salía, ninguna explicación. Bastián se detuvo justo frente a ella.—Si de verdad me hubieras estado buscando, debías haber estado en la entrada, como todas las demás, para recibirme… — Gruñó Bastiá
Después de todo lo que había pasado, después de haber perdido toda esperanza, él la tenía allí una vez más, oliéndola, tocándola, sintiéndola, ¿era esto real o un sueño?Bastián rasgó el traje de sirvienta de Carmen, un tirón y los botones salieron disparados en todas las direcciones, con todo y el broche delantero del brasier, dejando los pechos de Carmen expuestos para su deleite.Él se hundió entre esas pequeñas y deliciosas montañas, succionando, saboreando y mordisqueando, mientras que Carmen sostenía su cabeza, presionándolo e incitándolo para que él la besara más.El pantalón y la ropa interior de Bastián cayeron al suelo, la falda del traje de Carmen se levantó, la pequeña ropa interior salió volando luego de rasgarla y con una certera estocada, Bastián embistió a Carmen, dejándola sin aliento.Una especie de corriente los recorrió a ambos, Carmen saltaba sobre el mástil de Bastián acoplándose a él, tan perfectamente como siempre lo había hecho, como si su cuerpo hubiera s
Un momento después, él se movía de nuevo por la oficina, agarró la camisa del traje que había estado usando y sacó un pañuelo del bolsillo, el cual tomó para acercarse a ella y limpiarla delicadamente en la humedad que quedaba en sus piernas.Carmen cerró los ojos con fuerza, sintiendo como el rostro se le calentaba al sentir las manos de Bastián con tal suavidad, recorriéndola mientras deslizaba el pañuelo por la piel de ella.Con la respiración agitada, Carmen se levantó cuando lo sintió detenerse, notando que ahora Bastián acomodaba su camisa y sin decir palabra, la envolvía con la pieza, cubriéndola como si fuera una bata.Luego, él se fue y abrió el cerrojo de la puerta de la oficina, para luego volver por ella, y sin previo aviso, haciendo que Carmen soltara un pequeño grito por el susto, la tomó entre sus brazos, cargándola como a una pequeña, para llevarla en brazos fuera de la oficina, hasta su habitación.A la vista sorprendida de algunas empleadas, Carmen se acurrucó to