Capítulo 32 — Necesidad

Aun con el aire acondicionado del auto, encendido, la temperatura iba en aumento, las manos acariciaban, las lenguas de cada uno paseaban de un lado para el otro y ambos cuerpos se juntaban.

Con cautela Bastián deslizó una de las manos hasta las piernas de Carmen, para volverla a subir lentamente, llevándose con ella el borde de la falda, la tela fue subiendo exponiendo la piel.

Carmen apretó los hombros de Bastián con las uñas, sintiendo un estremecimiento recorrerle cuando percibió la punta de los dedos de él paseando con suavidad por las piernas expuestas.

Estaba mal, ella sabía que esto estaba mal, Bastián estaba comprometido con otra mujer y Carmen con el sobrino de él, sin embargo, aunque en ese momento ella era muy consciente de eso, le era imposible detenerse.

Bastián era como una dr*ga, un estimulante, una adicción que apenas era probaba, era difícil de soltar, necesitaba más, ella siempre deseaba mucho más de él.

¿Por qué resulta tan difícil alejarnos del hombre que una
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