Zack estaba muy serio sentado tras su escritorio y Sheily, haciendo gala de la misma seriedad, se sentó frente a él.—Tú dirás, Zack. Te escucho.—Volviste a votar en contra —le reprochó él.—Y di mis razones, ¿no te parecieron claras o sensatas? Para nada es algo antojadizo, menos caprichoso. Esa reducción de presupuesto es un error, así de simple.Él se reclinó en su silla y la observó hasta que Sheily se impacientó y frunció el ceño. —Pensé que ahora... sería diferente —repuso él, adquiriendo su expresión relajada y cómplice y Sheily rodó los ojos.—Ya estás mezclando de nuevo las cosas, Zack. Que puedas tener mi coño no significa que vayas a tener también mi voto —dijo ella con simpleza y Zack se relamió.Harta de estar sentada para una conversación inútil, se puso de pie y caminó hacia el ventanal, con la elegancia que la caracterizaba. Zack se paró tras ella y, con ganas de seguir mezclándolo todo, empezó a repartirle besos por el cuello.—Que hables de ese modo tan vulgar me p
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