—¿Ha habido noticias? —Sheily hablaba por teléfono en la sala de su casa. La revista de crucigramas estaba en la mesa de centro, sin ninguna letra extra, junto a una copa de helado a medio derretir. Había pasado a hacer las compras al supermercado y sus pies la llevaron al pasillo de mascotas. *—Esta comida la compré especialmente para ti, Bobby —vació toda la lata en el plato y puso también algunas croquetas. El perro miró el plato sin mucho interés, estaba acostumbrado a comer comida de la calle, porquerías grasosas que a nadie hacían bien. —Vamos, Bobby. No me moveré de aquí hasta que te comas todo. No me obligues a darte un castigo.* Sheily cruzó los dedos. —Ninguna todavía, señorita, pero esto es así, puede tardar bastante. No pierda la esperanza de encontrarlo, le avisaré de inmediato si hay novedades. Sheily colgó, era una decepción constante. Se suponía que el hombre era uno de los mejores detectives privados, con excelentes recomendaciones. Hallar a su perro Bobby d
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