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Todos los capítulos de LA ESPOSA ELEGIDA PARA EL CEO: Capítulo 11 - Capítulo 20
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Te arrepientes
La pequeña mujer se mantuvo quieta y mientras observaba al imponente hombre, el sonido del móvil era inquietante entonces Christopher se aparta y lo responde. Al descolgar, su voz habitual, grave pero controlada, respondió con una simple palabra:—¿Diga? — como de costumbre la frialdad que emana era escalofriante.Hubo una pausa breve, apenas perceptible, pero algo en su expresión cambió. Los músculos de su rostro se tensaron, y de sus labios escapó un nombre que parecía flotar entre ellos como una verdad inevitable:—¿Patricia? — continúa el silencio de parte de Christopher mientras escucha lo que dice la persona al otro lado de la Línea.Eda, desde su posición, lo escuchó claramente, pensando que la que llamaba el gran amor de su marido. No hizo preguntas; no hacía falta. Su esposo no desvió la mirada, ni siquiera pareció recordar que ella estaba allí.—Voy en un momento —dijo Christopher, con una urgencia apenas disimulada.Colgó, tomó su abrigo que descansaba sobre el respaldo de
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VA A SU HABITACIÓN
— Mira Eda, no tienes porque atormentarte, tienes que dejar que las cosas fluyan y...— Le he pedido el divorcio hoy — Lucero arruga la frente ante las palabras de Eda.— ¿Y cual es la razón de la solicitud? — ¿No te has dado cuenta del regreso de Patricia?— ¿Que tiene que ver el regreso de ella con el divorcio tuyo? ¿No estarás pensando que tú esposo aún la ama? — No se trata de que yo lo piense o no, aquella es la realidad Lucero.— Eda, definitivamente te han dejado caer de chiquita ¿Recuerdas verdad que él no detuvo su ida? Porque no me dirás que Christopher no podía hacer nada para impedir que Patricia se vaya a los Estados Unidos, porque aquello no es así, Margaret adora a su nieto, no querrá ver el sufrimiento de Christopher entonces no iban a ser muy duros con él, no olvides que es Christopher Davenport, y si se ha casado contigo no es solo por los Imperios Empresariales, la relación con Patricia quizás ya estaba quebrada, y la esposa eres tú, Eda, serás muy ingenua si pien
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LOCO
Eda se acomoda nuevamente en la cama tomando su pequeño peluche — Eres tan insoportable Christopher — se queja la pequeña mujer mientras suspira con pesar, entonces varios minutos después con el pequeño peluche en manos ella cierra los ojos dejando que el sueño se apodere de ella.El reloj marcaba la medianoche cuando Eda abrió los ojos de golpe. Su estómago rugía en protesta, recordándole su decisión imprudente de acostarse sin cenar. Soltó un suspiro cansado mientras se incorporaba lentamente. La Villa estaba sumida en un silencio absoluto, tan denso que parecía envolver cada rincón en penumbra. Sin embargo, el hambre insistente la impulsó a deslizarse fuera de la cama.Descalza, caminó con cautela por el pasillo, el frío del mármol helándole la planta de los pies. La oscuridad era casi total, apenas rota por un tenue resplandor de luna que se filtraba por las ventanas. No encendió las luces; no quería despertar a nadie. Cada paso que daba parecía resonar más de lo debido, como si e
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PEQUEÑO ACCIDENTE
Después de aquel fatídico encuentro con su marido Eda por fin parece tener calma, Christopher era alguien que parecía alimentarse de tu alma con su presencia, ella estaba sentada en el pequeño sofá de su habitación hasta que el teléfono había sonado y al fijarse en la pantalla se percata de que era una llamada de su madre.— Buenos días madre — responde ella con la voz cabizbajo.— Hija, debemos de hablar — Eda sostenía el teléfono con una mezcla de tensión y resignación mientras escuchaba la voz firme de su madre al otro lado de la línea —Te quiero aquí a las 11 en punto, Eda. En mi oficina. No llegues tarde, cariño.La llamada se cortó antes de que pudiera siquiera responder. Sabía que no podía negarse. Cuando Adela Calloway daba una orden, era un hecho que debía cumplirse, sin importar las circunstancias, su madre era una mujer muy estricta y exigente La pequeña mujer suspira fijándose en la hora, faltaban 90 minutos para las 11 entonces elige con cuidado las prendas a utilizar en
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CONFRONTACIÓN
El silencio en la sala de observación era pesado, roto únicamente por el leve zumbido del aire acondicionado. Daniel había salido minutos atrás, dejándolos a solas. Christopher permanecía de pie, con los brazos cruzados, observando a Eda con una intensidad que hizo que ella apartara la mirada.—¿Qué pasa? —preguntó finalmente, su tono a la defensiva al notar el peso de su mirada.Christopher avanzó un paso, dejando la distancia entre ellos más corta de lo que Eda consideraba prudente.—Pasa que te salvé la vida, Eda. Y creo que eso merece una recompensa.Eda lo miró como si le hubiera salido otra cabeza.—¿Recompensa? —repitió, su tono incrédulo.Christopher esbozó una media sonrisa, esa que siempre la irritaba y, en el fondo, la desconcertaba.—Un beso. Solo eso. Me parece justo, ¿no?Eda bufó, apoyándose en la camilla para incorporarse un poco, aunque todavía sentía el cuerpo adolorido.—Estás bromeando.—¿Parece broma? —Christopher arqueó una ceja, su expresión perfectamente seria.
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PILLADOS POR LA ABUELA
El silencio en la habitación del sanatorio quedó como un alivio después de que Christopher salió, aunque la presencia de Lucero aseguraba que ese silencio no duraría mucho. La amiga de Eda la miraba con los brazos cruzados y una sonrisa traviesa en los labios, una que Eda conocía demasiado bien.—Bueno, bueno, ¿me vas a explicar qué fue todo eso? —preguntó Lucero, arqueando una ceja mientras se sentaba al borde de la camilla de Eda.—¿Todo eso qué? —Eda fingió indiferencia, aunque el calor todavía le subía al rostro después de lo que había ocurrido.Lucero rodó los ojos.—No te hagas la desentendida, Eda. Tu esposo estaba marcando territorio como un lobo alfa. No sé cómo no le arrancó la cabeza al pobre Mateo ahí mismo ¿Consecuencias de probar el dulce néctar de tu esencia sexual?Eda resopló, pero su sonrisa nerviosa la traicionó.—Christopher es así, siempre tan territorial. No es nada nuevo — Mintió, ni siquiera sabe cómo es Christopher.— Eda, como máximo hablan desde hace días, e
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UN ERROR, SECUESTRO
Dos horas han pasado rápidamente, el clima se había tornado inestable y la lluvia había llegado. El sonido de las gotas de lluvia golpeaba contra las ventanas del sanatorio, un eco constante que parecía reflejar la confusión en el corazón de Eda. Había estado esperando a Christopher durante esas dos horas, pero las mismas fueron pasando. Sabía que podía haber habido un inconveniente. El reloj marcaba ya las cinco de la tarde cuando, cansada de esperar, encendió el televisor de la pequeña habitación.La imagen que apareció en la pantalla la dejó helada. Christopher estaba sentado en un elegante restaurante, con Patricia. La cámara había capturado perfectamente el momento en que Christopher le sostenía la mano, un gesto casual que en las revistas de farándula se transformaba en la prueba definitiva de un escándalo.Eda sintió cómo una punzada atravesaba su pecho. Por un momento intentó convencerse de que aquello no tenía que afectarla. Después de todo, no era su obligación venir por ell
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UN PENSAMIENTO
Christopher cerró la puerta de la habitación tras él con un golpe seco, dejando que el eco resonara en el inmenso silencio de la mansión Davenport. Eda estaba de pie junto a la ventana, con los brazos cruzados y la mirada perdida en el horizonte. Su rostro estaba pálido, pero sus ojos brillaban con una mezcla de miedo, rabia y arrepentimiento.—¿Qué estabas pensando, Eda? —preguntó Christopher, rompiendo el silencio. Su tono era bajo, pero cargado de una furia contenida que erizaba la piel.Eda giró lentamente hacia él, su mirada desafiante.—Pensé que podía confiar en alguien, Christopher. Algo que claramente no puedo hacer contigo.—¡Eso no es cierto! —rugió él, avanzando hacia ella un paso. Sus ojos azules, normalmente serenos, ardían con una intensidad que la hizo retroceder instintivamente—. No tienes idea de lo que has hecho. ¡Ese hombre con el que te fuiste no era Mateo!Eda frunció el ceño, confundida.—¿De qué estás hablando?Christopher inhaló profundamente, tratando de calm
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NO SIGNIFICAS NADA
— Eda, no pienses mucho, eres mi mujer — Christopher no deja que la pequeña mujer diga algo más, para Christopher, Eda ya hablo demasiado para él así que la mejor manera que tenía para que su esposa ya no continúe hablando era besándola.Las manos del hombre recorren su muslo, mientras sus labios se devoran sus cuerpos deseando más el tacto del otro aquellos cuerpos que están desnudos vuelven a palpitar entre sí, Christopher se posiciona por encima del cuerpo de su esposa, sus manos se entrelazan, Eda arquea su espalda cuando el miembro masculino traspasa su cavidad sin contemplaciones, ella emite un jadeo mientras la colisión de escucha de manera implacable, Christopher parece perder el control de si mismo, las venas de su mano se marcan, mientras las embestidas aumentan de intensidad y profundidad, Eda lo recibe con igualdad de emoción, como si sentirlo adentro de ella y escuchar el galope de sus caderas fuera una maravilla, entonces las manos de ella se posan en los brazos de Chris
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MAR
La pequeña mujer luego de aquella visita desagradable de Patricia y haber intercambiado unas cuantas palabras con la abuela toma la decisión de ir hasta el jardín allí estuvo toda la mañana hasta que ha llegado el momento del almuerzo. Eda estaba sentada a la mesa del comedor, el plato frente a ella casi intacto. La pequeña mujer miraba el contenido como si fuera un desafío insuperable. La abuela había salido con algunas amigas hacía un par de minutos dejando instrucciones claras: "Tienes que alimentarte, Eda. No puedes seguir así, piensa en mi futuro bisnieto, no puede ser débil" Pero la joven no tenía apetito. Ni siquiera el aroma del pan recién horneado había logrado tentarla, definitivamente Patricia ha dejado un montón de revoltijos en su estomago. El sol del mediodía iluminaba suavemente la estancia a través de los grandes ventanales, pero todo parecía demasiado tranquilo, casi opresivo. Eda jugueteaba con el tenedor entre los dedos, absorta en sus pensamientos, hasta que una
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