DANIELA MOLINA Ninguno sabía qué había sucedido, pero Lucas estaba fuera de sí. Sus nudillos estaban completamente destrozados y su camisa llena de sangre. Su pelea fue con Lorenzo y ni Gabriel ni yo sabemos en qué estado se encuentra. —Lucas, por Dios, cálmate, estás asustando a Daniela —Lucas posa su mirada sobre mí, dándose cuenta de que Gabriel tiene toda la razón. —Daniela, es mejor que te vayas a casa, ve con Camila. —¿Qué? Está loco si piensa que lo voy a dejar aquí, y más estando en ese estado. —No me pienso ir hasta que me digas qué sucedió —hablo seria mientras cruzo mis brazos debajo de mi pecho. —Daniela, no te metas en esto, no es de tu incumbencia —está tan serio, tan seco, ni siquiera lo reconozco, pero no puedo lanzar algún juicio sin saber qué fue lo que ocurrió—. Solo vete. —Lucas, no es necesario que la trates así. —Entonces hazla entrar en razón y que se vaya a casa —Gabriel me mira como dándome a entender “vete, es lo mejor”. —Está bien, me iré a casa, per
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