50. Eficiente, como siempre.
Llego a mi coche y me quedo unos momentos en el asiento del conductor, pensando. La ciudad sigue su curso, ajena a lo que se avecina. Rodrigo quiere una alianza, pero yo sé que, en el fondo, él solo busca debilitarme desde dentro. Si acepto su trato, tendré que mantenerlo bajo control, siempre a la defensiva. Si lo rechazo, lo más probable es que desate una guerra. Ninguna de las opciones es sencilla, pero eso nunca me ha detenido antes.Arranco el coche y conduzco sin un destino claro, dejándome llevar por la monotonía del tráfico. Mientras las calles pasan a mi lado, voy elaborando un plan. Rodrigo será útil por ahora, pero solo hasta que encuentre una manera de deshacerme de él también. En este mundo, los amigos son solo enemigos en pausa, y yo no tengo intenciones de darle una oportunidad para mover ficha antes que yo.Llego a mi apartamento. Subo las escaleras, y al abrir la puerta, el sonido del silencio me envuelve de nuevo. Me sirvo otra copa de vino, observando la ciudad desd
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