Llego a mi coche y me quedo unos momentos en el asiento del conductor, pensando. La ciudad sigue su curso, ajena a lo que se avecina. Rodrigo quiere una alianza, pero yo sé que, en el fondo, él solo busca debilitarme desde dentro. Si acepto su trato, tendré que mantenerlo bajo control, siempre a la defensiva. Si lo rechazo, lo más probable es que desate una guerra. Ninguna de las opciones es sencilla, pero eso nunca me ha detenido antes.Arranco el coche y conduzco sin un destino claro, dejándome llevar por la monotonía del tráfico. Mientras las calles pasan a mi lado, voy elaborando un plan. Rodrigo será útil por ahora, pero solo hasta que encuentre una manera de deshacerme de él también. En este mundo, los amigos son solo enemigos en pausa, y yo no tengo intenciones de darle una oportunidad para mover ficha antes que yo.Llego a mi apartamento. Subo las escaleras, y al abrir la puerta, el sonido del silencio me envuelve de nuevo. Me sirvo otra copa de vino, observando la ciudad desd
De repente, la idea de asociarme con él empieza a parecer más atractiva. No porque confíe en él, claro, sino porque tenerlo cerca sería la manera perfecta de controlar todos sus movimientos. Mantén a tus amigos cerca, y a tus enemigos aún más cerca. Y Rodrigo… Rodrigo es un enemigo que aún no sabe que ya perdió.Mis pensamientos se interrumpen cuando escucho el sonido de una puerta al fondo del pasillo. Mis sentidos se tensan al instante. Estoy sola en el apartamento. Nadie debería estar entrando.Con una calma estudiada, me levanto del sillón y tomo la pistola que tengo guardada en un cajón cercano. No es paranoia, es supervivencia. Camino despacio, cada paso calculado, y me acerco a la entrada del pasillo. El silencio vuelve a reinar, pero siento la presencia, la tensión en el aire.—¿Quién anda ahí? —pregunto, con la voz firme, pero no grito. No soy el tipo de persona que pierde la calma ante una amenaza.Nadie responde, pero escucho un leve susurro, como un roce contra la pared. Y
La noche llega rápida, y con ella, el encuentro que Rodrigo ha solicitado. Mientras me arreglo frente al espejo, me pregunto cuántos de sus hombres estarán esperando con armas ocultas, cuántas veces habrá jugado este mismo truco con otros enemigos antes de mí. Pero lo que no sabe es que, esta vez, no soy yo quien está caminando hacia una trampa. Es él.Termino de ajustar mi chaqueta y tomo la pistola que siempre guardo en el cajón del tocador. No porque espere usarla, pero en este mundo, nunca sales desarmada. Rodrigo es astuto, y si voy a tener que negociar con él cara a cara, más vale que esté preparada para cualquier cosa.Salgo de mi apartamento y desciendo las escaleras hacia la calle. Luis me espera en su coche, como siempre puntual. Al abrir la puerta, su rostro impasible me recibe. Luis sabe que esta reunión es crítica, y aunque no es del tipo que pregunta demasiado, puede leer las tensiones en el aire tan bien como yo.—Todo listo —me dice cuando me subo al coche.Asiento mie
Rodrigo sonríe de nuevo, pero esta vez, hay una frialdad en sus ojos que no estaba allí antes.—Una alianza, simple y directa. Tú controlas las rutas. Yo manejo las conexiones internacionales. Ganamos ambos, y evitamos que la policía nos destroce antes de tiempo. Todo fluye como debe. Sin traiciones.Me río. Sin traiciones. Eso viniendo de Rodrigo es casi irónico.—¿Quieres que confíe en ti? —le pregunto, inclinándome hacia él—. Después de todo lo que hemos pasado, ¿de verdad crees que no intentarías eliminarme en cuanto pudieras?Rodrigo se mantiene impasible, pero hay algo en su mirada, una chispa de desafío.—No te subestimo, Valeria. Sé lo que eres capaz de hacer. Pero también sé que ambos somos más fuertes juntos que separados. Puedes seguir adelante sola, claro, pero tarde o temprano, alguien más intentará tomar lo que has construido. Conmigo, tienes una red de seguridad. Sin mí, eres un blanco.Me quedo en silencio, evaluando sus palabras. Rodrigo tiene razón en una cosa: algui
Subo las escaleras hasta mi apartamento, sabiendo que la maquinaria que he puesto en marcha ya está funcionando. Rodrigo cree que tiene tiempo, que puede manejar la situación a su favor, pero no ha visto el reloj corriendo en su contra.Al entrar, me quito la chaqueta y me sirvo otra copa de vino. Me siento en el sillón, observando las luces de la ciudad desde mi ventana. Desde aquí, todo parece tan distante, tan insignificante. Los pequeños movimientos de poder, los acuerdos secretos, las traiciones inevitables. Pero en el fondo, sé que esta partida está cerca de su fin.Rodrigo no tiene salida. Sus propios hombres se volverán contra él, la policía caerá sobre él como un buitre sobre un cadáver, y cuando todo eso ocurra, yo estaré aquí, observando cómo el último de mis enemigos se derrumba.Unos minutos después, mi celular vibra. Es Luis.—He hecho las llamadas. El rumor ya está corriendo. Rodrigo tiene las horas contadas.Sonrío, pero no es una sonrisa de satisfacción completa. Toda
Salgo del apartamento y me dirijo al club donde sé que Rodrigo estará al mediodía. Luis me envió un mensaje temprano diciendo que Rodrigo planea reunirse con sus hombres más cercanos para calmar las aguas. Quiere controlar la narrativa, como siempre. Pero esta vez, esa narrativa no le pertenece.Cuando llego al club, Luis ya está allí, esperando en el coche. Su mirada me da a entender que todo está listo. Los hombres de Rodrigo ya han empezado a dudar, y lo que voy a hacer ahora es avivar las llamas.—¿Cómo está el ambiente adentro? —pregunto mientras entro al coche.—Tenso —responde Luis, encendiendo un cigarrillo—. Los hombres de Rodrigo están empezando a mirar por encima del hombro. Algunos incluso han estado haciendo preguntas entre ellos. Parecen divididos.—Perfecto. Es justo lo que necesitaba.Respiro profundamente antes de tomar una decisión final.—Quiero que prepares todo para la caída, Luis. Esta noche, cuando Rodrigo vea que sus propios hombres no confían en él, ya no habr
La puerta de la sala VIP se cierra tras de mí con un suave "clic", y mientras camino por el oscuro corredor del club, siento el peso de la inminente victoria caer sobre mis hombros. Rodrigo ya está acabado, aunque él todavía no lo sepa por completo. Es solo cuestión de que la presión haga el resto. En este mundo, cuando los tiburones huelen sangre, no tardan en atacar.Cuando llego a la barra, Luis ya está allí, apoyado contra la pared, observando la situación como siempre. No necesita palabras para entender lo que acaba de ocurrir. Me lanza una mirada, y yo le devuelvo una leve inclinación de cabeza.—¿Está hecho? —me pregunta en voz baja.—Hecho —respondo, mi voz apenas un susurro—. Ahora solo tenemos que dejar que los rumores hagan su trabajo. Sus propios hombres harán el resto por nosotros.Luis se toma un momento para encender otro cigarrillo, exhalando lentamente antes de hablar.—¿Y si intenta algo desesperado? —pregunta, aunque ambos sabemos la respuesta. Rodrigo ya ha perdido
Me siento junto a la ventana, observando la ciudad con una calma inusual. Rodrigo está a punto de ser arrestado, sus hombres lo traicionarán uno por uno, y cuando el polvo se asiente, yo seré la única que quedará en pie. Mi plan ha funcionado a la perfección.El sonido de sirenas a lo lejos es casi musical. El final de Rodrigo ha llegado, y no puedo evitar sentir una satisfacción profunda al pensar en cómo todo ha salido según lo planeado.—¿Y ahora qué? —pregunta Luis, encendiendo otro cigarrillo.Lo miro, sonriendo.—Ahora, tomamos lo que es nuestro. La ciudad es nuestra, Luis. Y nadie más va a poder quitárnosla.El sonido de las sirenas se vuelve más intenso. Rodrigo será arrestado, y la ciudad volverá a su equilibrio. Un equilibrio que yo he diseñado, que yo controlo. Todo está donde debe estar.Y entonces, el verdadero juego comienza.,Las sirenas suenan a lo lejos, cada vez más intensas, como una melodía que anuncia el desenlace inevitable. Rodrigo, nuestro querido Rodrigo, está