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Todos los capítulos de La Última Chispa : Capítulo 81 - Capítulo 90
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Capítulo 80: Sombras de Desconfianza
El silencio del castillo era casi absoluto, interrumpido solo por el suave susurro del viento que se colaba a través de las grietas en las murallas. En la sala común, el grupo se reunía, sus rostros reflejaban la tensión de lo que estaba por venir. Todos sabían que la batalla se estaba acercando, pero ninguno de ellos sabía cómo enfrentarlo aún.Bella no podía dejar de pensar en lo que había sucedido entre ella y Kael aquella tarde. El beso que compartieron había sido una explosión de emociones reprimidas, una mezcla de deseo y confusión. Cuando sus labios se encontraron por primera vez, ella había sentido como si el mundo se desvaneciera a su alrededor, dejando solo ese momento suspendido en el tiempo.Ahora, mientras caminaban por los pasillos del castillo, la incomodidad entre ellos era palpable. Kael, que normalmente era tan seguro de sí mismo, caminaba con las manos metidas en los bolsillos de su capa, lanzándole miradas furtivas a Bella, pero sin atreverse a decir una palabra.—
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Capítulo 81: La Fusión de la Llama y la Chispa
La luna brillaba con intensidad sobre el castillo, proyectando sombras danzantes en los muros de piedra antigua. Tara se encontraba en la sala principal, rodeada de los antiguos pergaminos y artefactos que Alaric había reunido. Su mente estaba llena de preguntas, pero sobre todo, de un presentimiento inquebrantable: la Llama y la Chispa no eran entidades separadas dentro de ella. Eran parte de un mismo poder, esperando ser desatado. Rhidian entró en la sala, sus ojos buscando los de Tara. —Has estado aquí toda la noche —comentó con suavidad, acercándose. Tara asintió sin apartar la mirada de los escritos frente a ella. —Hay algo que no estamos viendo —dijo, pasando los dedos sobre un símbolo tallado en piedra—. La Llama y la Chispa siempre han sido mencionadas como dos fuerzas diferentes, pero en estas escrituras antiguas, hay indicios de que son una misma esencia fragmentada. Rhidian frunció el ceño y se sentó junto a ella. —¿Qué significa eso para ti? —Que debo unificarlas
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Capítulo 82: La Revelacion
El resplandor del cristal que Tara sostenía en sus manos se intensificó, proyectando sombras danzantes en las paredes del santuario. La energía que emanaba del artefacto vibraba en su piel, como si tratara de comunicarse con ella. Rhidian, a su lado, observaba con atención.—Es más que una llave —murmuró Tara, sintiendo cómo la información fluía en su mente.Kael, con su característico desparpajo, se acercó con los brazos cruzados.—Déjenme adivinar. ¿Nos dirás que este ojito bonito nos llevará directo a una trampa mortal?Bella le dio un codazo.—¿Puedes tomar algo en serio, por una vez?Kael se sobó el brazo con una mueca.—Si dejo de bromear, empezaré a preocuparme en serio, y nadie quiere ver eso.Alaric, que había permanecido en silencio, estudió las inscripciones grabadas en la base del cristal.—Hay un ritual vinculado a esto. Parece que Elyndor dejó instrucciones sobre cómo despertar el verdadero poder del Ojo.Emma hojeó el libro antiguo que había encontrado.—Dice aquí que "
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Capítulo 83: La Verdad del Ojo
Después de un día de entrenamiento volvieron para activar el Ojo que todo lo ve. El Ojo que Todo lo Ve flotaba en el aire frente a Tara, pulsando con un resplandor carmesí que reflejaba el fuego que ardía en su interior. Sentía su energía mezclarse con la suya propia, como si la antigua reliquia reconociera su poder y lo amplificara. Sus amigos la rodeaban, observando con expectación mientras Tara extendía la mano y tocaba la superficie del Ojo. En el instante en que sus dedos rozaron la piedra, una ola de energía los envolvió y, de repente, ya no estaban en el santuario. El paisaje a su alrededor se desdibujó y se transformó en un escenario de caos y destrucción. Edrian y Elyndor aparecieron ante ellos, ambos de pie en medio de un campo de batalla envuelto en llamas. Edrian sujetaba la Llama en su mano, su expresión firme y decidida, mientras Elyndor miraba con pesar el ejército de los Tejedores alzándose en la distancia. —No hay vuelta atrás, hermano —dijo Edrian con voz grave—.
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Capítulo 84: Entre Sombras y Susurros
El bullicio del Castillo había disminuido, y las sombras comenzaron a alargarse mientras la noche se asentaba. Emma se encontraba en un rincón apartado, revisando los mapas y estrategias que habían discutido. Sin embargo, su mente divagaba hacia Alaric, quien había estado distante y frío, como si una barrera invisible los separara a pesar de la tensión palpable entre ellos. De repente, la puerta crujió y Alaric entró, su figura se recortaba contra la luz tenue. Emma sintió un escalofrío recorrerle la piel. Él se acercó, sus ojos oscuros fijos en ella, y por un momento, todo lo demás se desvaneció. La intensidad en su mirada la hizo contener la respiración. —Emma —dijo, su voz grave rompiendo el silencio—. Necesitamos hablar. Ella lo miró, sintiendo la mezcla de frustración y deseo en su pecho. —¿Sobre qué? —respondió, tratando de mantener la calma. La frialdad en su tono era un escudo, pero su corazón latía desbocado. Alaric dio un paso más cerca, su presencia era abrumadora.
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Rhidian y Tara
El sol se ocultaba detrás de las montañas, tiñendo el cielo de matices cálidos. En el castillo, el aire estaba impregnado del aroma a madera y cera de las velas. Después de un agotador día de entrenamiento, Tara se sentía viva y alerta, cada músculo de su cuerpo vibrando con energía. Había algo más que solo la batalla en el horizonte; había un deseo intenso que crecía entre ella y Rhidian.Cuando él apareció en la puerta de su habitación, su corazón se aceleró. La mirada de Rhidian era intensa, oscura y llena de promesas. “Tara”, dijo, su voz como un susurro cargado de deseo. Ella sintió un escalofrío recorrer su columna vertebral.“¿Qué sucede?” preguntó, aunque sabía que la respuesta estaba en sus ojos. Él no necesitaba decir más.Rhidian se acercó, atrapándola entre su cuerpo y la puerta. Su aliento caliente rozó su rostro, y Tara sintió que el mundo exterior se desvanecía. “He estado pensando en ti todo el día”, confesó, su tono grave y lleno de urgencia.“¿Y qué has estado pensan
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¿Podremos?
El amanecer pintaba el cielo con tonos de carmesí y oro cuando Tara se encontró de pie en la terraza del castillo, observando el horizonte con el Ojo que Todo lo Ve en su mano. La energía del artefacto palpitaba contra su piel, enviándole susurros de tiempos antiguos, fragmentos de conocimiento que apenas lograba comprender. Desde que había fusionado sus poderes como la Última Chispa y Portadora de la Llama, su conexión con la historia de Edrian y Elyndor se había intensificado. Había algo en el Ojo, algo que aún no lograba descifrar, pero sabía que debía hacerlo antes de que Lilith y Azareth los alcanzaran.Mientras tanto, en el patio de entrenamiento, el resto del grupo se preparaba para la inminente guerra. Kael y Bella practicaban juntos, intercambiando ataques y esquivando con rapidez. Kael, fiel a su naturaleza bromista, no perdía la oportunidad de comentar entre golpes.—Vamos, Bella, admite que te contienes porque no quieres hacerme daño —dijo con una sonrisa burlona.Bella ro
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Luchar hasta el final
El Ojo que Todo lo Ve había revelado sus secretos. Ahora, con la certeza de lo que se avecinaba, el grupo se encontraba en el umbral de la guerra. Pero, en medio del caos inminente, también había espacio para la conexión, la cercanía y el deseo que ardía entre ellos. La noche envolvía el Castillo en una quietud casi irreal. Tara estaba apoyada en el marco de una de las ventanas, observando el cielo estrellado, cuando Rhidian se acercó sigilosamente por detrás y envolvió su cintura con sus brazos. Su calidez y su presencia la hicieron estremecer. —¿En qué piensas? —susurró él, depositando un suave beso en su cuello. Tara sonrió levemente y cerró los ojos, disfrutando el contacto. —En lo que viene. En nosotros… —Se giró para mirarlo—. No sé cuánto tiempo tendremos antes de que todo cambie. Rhidian deslizó una mano por su rostro, apartando un mechón de cabello detrás de su oreja. —Entonces aprovechemos cada instante. —Sus palabras eran suaves, pero su mirada ardía con una inte
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Rhidian
Rhidian observaba a Tara mientras dormía, su pecho subiendo y bajando con cada respiración tranquila. La luz de la luna se filtraba por la ventana de piedra del santuario, iluminando sus facciones suaves y la curva de su cuello.Era hermosa. Más de lo que jamás admitiría en voz alta, porque sabía que Tara no necesitaba que alguien más le recordara su valor. Pero aún así, en momentos como este, cuando todo parecía estar en calma, no podía evitar pensar en lo mucho que la deseaba. No solo su cuerpo, sino su mente, su fuego, su terquedad. Todo lo que la hacía ser ella.Suspiró y se pasó una mano por el cabello. No había dormido mucho desde su llegada al santuario, y no solo porque las visiones y los recuerdos de Edrian y Elyndor lo mantenían inquieto. Algo en su interior le decía que el tiempo se estaba acabando. Que la guerra no esperaría más.Se movió con cuidado, alejándose de la cama sin despertarla. Necesitaba despejar su mente. Cruzó el pasillo en silencio y salió al balcón, dejand
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Kael
Kael siempre había sido el tipo de persona que encontraba algo gracioso en cada situación, incluso cuando estaban al borde de una guerra que podría acabar con todo lo que conocían. Para él, el humor no era solo una forma de lidiar con el miedo, sino su forma de vida. Y ahora, en medio de todo el caos, no iba a cambiar eso.Deslizándose por el pasillo del santuario, Kael giró la cabeza hacia Bella, que caminaba a su lado con el ceño fruncido, concentrada en el libro que sostenía en sus manos.—Dime la verdad, Bella —dijo con una sonrisa juguetona—. ¿Lo sostienes así porque te gusta la textura del papel o porque crees que si lo miras lo suficiente, te revelará la respuesta a todos nuestros problemas?Bella alzó la vista y le lanzó una mirada de advertencia.—Kael, por favor. Estoy intentando concentrarme.—¿Ah, sí? Pues yo también. Estoy concentrado en intentar que sonrías. No es mi culpa que seas un desafío casi imposible.—Quizás porque la situación no es precisamente para bromas.Kae
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