Ikaika esa noche no pudo dormir de cada cuánto iba a ver a su hijo que dormía sin preocupaciones, llegó el punto en que lo envidio y deseo volver a ser una niña que solo se preocupaba por ser feliz en el orfanato. Sonrió triste al recordar esos tiempos, pues si bien no fue una niña maltratada como muchos decían que lo eran, ella fue una chica normal, que busco siempre el lado positivo de la vida. Eso la mantuvo fuerte hasta que al fin tuvo la mayoría de edad y salió de él mismo. Su vida dio un giro de 360°, pues buscar trabajo no fue una tarea fácil, contaba con unos ahorros pero de igual manera pasó dificultades para sobrevivir. Conoció el heredero que el orfanato había cubierto, la desesperación de no saber qué comería ese día, pero aún así no se rindió, supo formar su empresa y poder ganarse el respeto de los que la rodean. Volvió a su cama para al menos descansar sus ojos, recordó la última vez que estuvo con Jaaziel, su cuerpo se erizó, él es quien la pone nerviosa, le desarma
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