Sonia mantenía la mirada fija en la fotografía del periódico, donde su imagen aparecía en una situación vergonzosa y humillante. Sin embargo, una extraña calma la invadió en ese momento. Sin decir palabra, se agachó para recoger el periódico y lo arrojó al basurero cercano, para luego abrir nuevamente la puerta del auto con total serenidad.—Vámonos —le indicó al chofer con voz tranquila.El chofer, nervioso, no se atrevió a arrancar y solo miraba de reojo a Andrés, quien mantenía su rostro impasible mientras observaba a Sonia. Ella, por su parte, ni siquiera le dedicó una mirada de soslayo mientras subía la ventanilla del auto. En ese preciso instante, Andrés dio media vuelta y se marchó sin titubear. Aunque él no podía verla, Sonia distinguió perfectamente su silueta alejándose —entendía el mensaje: no la acompañaría. Tendría que enfrentar sola las burlas, algo a lo que, después de todo, ya estaba acostumbrada. Al fin y al cabo, siempre había estado sola.La fiesta resultó más animad
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