Capítulo 25
Cuando logró liberar uno de sus dedos, Andrés respondió rodeando su cintura con su otra mano. El movimiento brusco hizo que Sonia tropezara hacia adelante, dando la impresión, para cualquiera que los viera, de que se había lanzado voluntariamente a sus brazos. Su rostro se ensombreció aún más.

En ese momento, Andrés levantó su mano y le limpió suavemente la comisura de los labios. Aunque Sonia sabía que no había quedado rastro del pastel, el gesto la hizo sentir inexplicablemente culpable. Mientras fruncía el ceño y se disponía a exigirle que la soltara, él se adelantó: —¿Estaba bueno el pastel?

La pregunta inesperada la desconcertó, y antes de que pudiera reaccionar, Andrés se inclinó y la besó. El beso, repentino y dominante como era característico en él, permitía percibir el sutil sabor dulce del pastel. Pero lejos de agradarle, este sabor pareció enfurecerlo más. Su beso se volvió más agresivo, y su agarre en la cintura de Sonia se intensificó hasta el punto en que ella sabía que d
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