Capítulo 30
Cuando Sonia terminó de hablar, Andrés le soltó la mano de inmediato. Si la primera vez podía interpretarse como un arranque de enojo, esta segunda ocasión ya no dejaba lugar a dudas —una broma repetida dos veces deja de ser broma.

—Sonia... ¿qué estás diciendo? —mientras Ana intentaba contener una sonrisa que amenazaba con escapársele, fingió sorpresa—. ¿Cómo puedes mencionar el divorcio así tan a la ligera? Tú y Andrés...

Sonia la ignoró, manteniendo su mirada fija en la persona que yacía en la cama. Magdalena fue quien reaccionó primero: —Sonia, ¿esto es una amenaza? —una reacción idéntica a la que Andrés había tenido días atrás.

Sonia dejó escapar una suave risa y negó con la cabeza. —No, hablo en serio —finalmente dirigió su mirada hacia Andrés—. Entre nosotros no hay amor ni lazos que nos unan. En lugar de torturarnos mutuamente y acabar detestándonos, es mejor separarnos.

—¡Me opongo! —antes de que Magdalena pudiera responder, la voz de Fabiola se adelantó. Había entrado esperan
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