Capítulo 36
Las palabras de Ana quedaron sin respuesta. La persona que había mencionado a Santiago cambió rápidamente de tema.

—¿Quién sabe? Pero eso no importa, al final solo son gente insignificante.

—Eh, Andrés, brindo por ti.

Era una disculpa implícita por su comentario anterior. Después de todo, aunque Andrés no quisiera a Sonia, si Santiago estuviera involucrado en las razones del divorcio, la situación sería completamente diferente.

Afortunadamente, Andrés no pareció darle importancia y levantó su copa para corresponder al brindis. Cuando alguien más iba a hablar, Andrés se levantó repentinamente. —Tengo asuntos que atender, me retiro. Diviértanse, pongan todo a mi cuenta.

—¿Eh? Pero...

Sin esperar respuesta, Andrés ya se dirigía hacia la salida. Ana lo siguió inmediatamente. —¡Andrés!

—¿Necesitas algo? —se volteó con voz serena pero distante.

Ana se mordió el labio. —Yo... vine en taxi, ¿podrías llevarme a casa?

—Claro —respondió sin dudar, manteniendo la misma actitud de siempre hacia el
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