Capítulo 37
Pero su mirada no se detuvo en ella. Evidentemente, no tenía ningún interés en saber por qué estaba allí; si permanecía de pie era solo porque... estaba esperando a Ana.

Tras esa breve mirada, Sonia apartó la vista y preguntó a Ana: —¿Necesitas algo?

Ana suplicaba: —Sonia, vuelve a casa conmigo, ¿sí? Por favor, no sigas peleada con papá y mamá.

—Lo siento, no quiero volver —la respuesta de Sonia fue tajante.

Ana, sin desanimarse, se dirigió a la otra mujer: —¿Eres amiga de Sonia? Por favor, ¿podrías hablar con ella para que...?

—Tu hermana ya es bastante mayorcita, ¿no crees que puede tomar sus propias decisiones? —interrumpió Victoria con una sonrisa mordaz.

Ana se quedó momentáneamente sin palabras, pero rápidamente replicó: —¡Pero papá y mamá están muy tristes! Sonia, ¿cómo puedes ser tan cruel y dejarlos preocupados sin poder comer ni dormir?

Al terminar de hablar, las lágrimas comenzaron a caer por las mejillas de Ana.

Victoria quedó impresionada por la actuación. —Ana, ¿no has pe
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