Capítulo 23
Su expresión era seria, sin rastro de estar bromeando. Santiago, sin embargo, soltó una risa.

—Ven, traje especialmente a un pastelero del extranjero —comentó mientras la guiaba—. Sus pasteles seguramente serán de tu agrado.

Como protagonista de la velada, Santiago atraía la atención de más de la mitad de los invitados, pero él parecía ajeno a todas las miradas mientras caminaba con Sonia hasta alcanzar un pastel que le ofreció. Se comportaba como un niño ansioso por compartir algo especial con su amiga. Pero si bien él podía permitirse esa despreocupación, Sonia no tenía ese lujo.

Después de contemplar el pastel por un momento, finalmente lo aceptó. —Tus intenciones son bastante obvias —señaló.

Santiago arqueó una ceja. —¿Ah, sí?

—¿No me estás usando como escudo? —preguntó Sonia mientras probaba un bocado. En realidad, hacía mucho que no comía pastel. En Villa Azulejo, donde vivía con Andrés, los chefs nunca preparaban postres así. En su círculo social, los pasteles eran más una forma
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