–Isabella incitó a Lorena a escaparse con alguien, casi arruinando su vida. El señor Sarmiento apenas le dio una pequeña lección, ¿y ya vienen con amenazas? Qué interesante –estas palabras hicieron que Samuel apretara los puños, su rostro tenso y su mirada sombría.Ana, aparentemente ignorando la presión que emanaba de él, continuó: –Esta vez pueden denunciarlo, ¿pero y la próxima? Con la moral tan retorcida de Isabella, habrá golpes interminables por venir. Ah, y también está animando a las chicas jóvenes a tener hijos fuera del matrimonio.Basándose en sus observaciones recientes, Ana podía predecir que esa paliza no tardaría en llegar. Isabella parecía estar siempre o recibiendo golpes o siendo regañada, como si hubiera nacido para ello. Ana suspiró internamente, aplaudiendo irónicamente el destino de Isabella.–¡Ana! ¡Aunque Isabella esté equivocada, eso no justifica que la golpeen! –Samuel, siendo el típico hermano sobreprotector, ni siquiera consideraba quién tenía la razón.Mari
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