Capítulo 39.
Cómo dos cuerpos creados para encajar a la perfección, Mateo y Harper se movían a un ritmo casi asesino, en el cuál, el objetivo era destruir las ansias por el otro que tenían. Un beso virulento, cargado de agresividad, arrebatado y con saña, casi cómo un castigo que no deseaban detener. Avivando mucho más la fiereza al tomar el otro para compenetrarse, tal cuál, piezas que quisieran desgastarse mutuamente. La humedad destilaba de la hendidura de la pelirroja, provocando que los dedos de Mateo la presionaran, logrando que ella le diera más acceso a ese lugar. Su polla presionó, necesitada, ansiosa por obtener la liberación, esta vez sobre la culpable de que todas las noches tuviera ese dolor tan exquisito. Mateo se deshizo de la camisa, dejando a la vista el torso trabajado y las incalculables cicatrices, lo cuál a Harper la hicieron perder más la cordura. Eso no debería ser atractivo para ella, pero le encendía las ganas de pasar su lengua por esa piel marcada por figuras irregular
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