Él comenzó a quitarme la ropa.Lo empujé otra vez:— ¿Entonces podrías transferirme el dinero ya?— Espera un momento... — Mateo besó el lóbulo de mi oreja, y con una voz rasposa dijo.—No te voy a mentir.Sabía que no me mentiría, pero no tenía tiempo, de verdad. Lo empujé y, en voz baja, le dije:— Mándamelo ya, lo necesito ya porque yo...Mateo se molestó, era obvio, y el deseo en sus ojos casi desapareció. Tiró de su corbata con furia y dijo:— Aurora, ¿sabes qué estamos haciendo ahora? Me sigues empujando y hablas solo de dinero, ¿de verdad, solo piensas en el dinero?— No es así, Mateo, estoy muy apurada, yo...— ¡Basta! — Mateo me empujó y, con desprecio, dijo —. Lo único que tienes en la cabeza es dinero, no tiene sentido seguir así.— Mateo... — lo miré con los ojos llenos de lágrimas.Él no me miró, parecía muy enojado. Prendió un cigarro, lo fumó y luego, con una risa burlona, dijo:— No te preocupes, el dinero que te prometí, te lo voy a dar.Sacó su celular y, casi al ins
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