Quería que me sonriera a mí, como lo solía sonreírle a Nieve. Envidiaba más a Nieve, porque había crecido como una princesa. Debido a la sensación de culpa, papá y mamá siempre cumplían sus caprichos, aunque a veces sus acciones me lastimaban demasiado.De vez en cuando pensaba que, qué bien si fuera yo quien hubiera sufrido el accidente. Ese había sido mi deseo desde pequeña. Nieve, por eso, me odiaba, sintiendo que fui yo quien le robó sus piernas.***Ellos revisaron atentamente la grabación de la habitación. Al verme viva, me provocó una sensación algo extraña.En el vídeo, parecía estar dormida, pero incluso en sueños, estaba inquieta. De repente, mi cuerpo se sacudió; mi rostro temblaba incontrolablemente. Mis ojos no lograron enfocarse y solo golpeaba una y otra vez la cabeza contra la pared. Cuando salí de la habitación, miré la cámara, como si les estuviera diciendo adiós.Mamá lloraba en los brazos de mi papá cubriéndose los ojos, pero aún así, las lágrimas se escapaban entre
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