Todos los capítulos de Casada con el heredero paralítico.: Capítulo 31 - Capítulo 40
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Capítulo 30. La tentación.
Ethan se sentó en su silla de ruedas y sintió el peso de los días ausentes en cada músculo de su cuerpo. El desorden de la oficina, habitual en su despacho, le dio la bienvenida, pero no pudo evitar sentir que el caos de su hogar lo había seguido hasta allí. Anabelle entró, su presencia iluminando el espacio, y él no pudo evitar sonreír, aunque su rostro reflejaba el agotamiento.—Ethan, ¿cómo has estado? —preguntó Anabelle, con su voz suave y preocupada mientras se acercaba a él.—Ser papá de tres no es tan fácil como lo pintan —respondió Ethan, dejando escapar un suspiro que parecía llevar consigo todo el estrés acumulado.Anabelle, con una chispa de complicidad en sus ojos, se acercó un poco más, y su tono cambió a uno más íntimo.—Déjame ayudarte un poco —dijo, con un movimiento decidido, comenzó a masajearle los hombros con dedos firmes y hábiles, trabajando sobre la tensión que se había acumulado en su espalda.Ethan cerró los ojos, sintiendo cómo el cansancio se desvanecía lent
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Capítulo 31. Aún puros y castos.
Ethan entró en su habitación, sintiendo una mezcla de deseo y ansiedad. Había consultado a un médico sobre sus preocupaciones, pero aún se sentía inseguro. La idea de no poder satisfacer a su mujer y su propia virginidad lo atormentaban. Sin embargo, estaba decidido a superar sus miedos y disfrutar de la intimidad que tanto anhelaba con Isabella.Cuando Isabella entró en la habitación, Ethan la miró con intensidad, tomándola suavemente por el rostro. Ella lo miró con curiosidad, pero también con cierto nerviosismo. Ethan comenzó a besarla suavemente, explorando sus labios con delicadeza. Luego, con movimientos lentos y deliberados, empezó a desnudarla, revelando sus senos perfectos.Ethan no pudo evitar admirar su belleza y, mientras acariciaba suavemente y con sensuales movimientos sus pezones erectos, notó cómo sus manos temblaban ligeramente. Isabella tensó su cuerpo, pero no se resistió. Entonces, Ethan le susurró al oído que se posara encima de él y ella, en un instante, pareció
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Capítulo 32. Pillados.
En la habitación de los niños, la luz tenue iluminaba los rostros de Ethan e Isabella, quienes se sentaban en el borde de la cama, rodeados de juguetes y colores. La frustración era palpable en el aire, como un peso que ambos llevaban en el corazón.—Isabella, siento que no estamos en sintonía —dijo Ethan, con la voz temblorosa. —La maternidad ha cambiado tanto las cosas y yo... yo me siento perdido en medio de todo esto.Isabella lo miró y reflejó en sus ojos la misma tristeza.—Lo sé, Ethan. A veces siento que nuestra vida amorosa se desmorona. La inexperiencia y las responsabilidades nos abruman —respondió, dejando escapar un profundo suspiro. —Quiero que volvamos a ser lo que éramos, pero no sé cómo.Ethan tomó su mano y la consoló.—Quizá no tenemos que buscar el equilibrio perfecto de inmediato. Tal vez lo que necesitamos es ser pacientes el uno con el otro —sugirió con una calidez en su voz. —La intimidad no siempre se mide en momentos perfectos, sino en la conexión que compart
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Capítulo 33. Nada es lo que parece.
Ethan removía su café con una cuchara, perdido en sus pensamientos. El calor del lugar contrastaba con el frío que sentía en el pecho. Chris, su amigo y confidente, lo observaba con atención, como si pudiera leer cada uno de sus dilemas internos.—No entiendo, Chris —dijo Ethan, dejando caer la cuchara con un golpe sordo. —Mi padre parece vivir en un mundo donde todo es diversión y sexo. No puedo hablar con él de lo que siento porque siempre tiene una respuesta absurda. A veces siento que no me comprende en absoluto.Chris asintió, comprendiendo la frustración de su amigo. Sabía que James, el padre de Ethan, era un hombre de ambiciones vacías, más preocupado por el placer inmediato que por las responsabilidades que conllevaba ser padre. Sin embargo, no quería que Ethan se sumergiera en la amargura.—Mira, Ethan —dijo Chris, en voz suave pero firme—, tu padre puede ser así, pero eso no define quién eres tú. Tienes una familia ahora, con Isabella y los trillizos. Eso es lo que realmente
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Capítulo 34. Astucia y habilidad.
James entró en la oficina de su hijo con una sonrisa deslumbrante, como si hubiera encontrado la solución a todos sus problemas.—Ethan, hijo, tengo una propuesta de negocio que te va a encantar —dijo, dejando caer una carpeta sobre el escritorio con un golpe que resonó en la oficina.Ethan lo miró con suspicacia, frunciendo el ceño mientras hojeaba los documentos.—¿Y por qué debería confiar en ti, papá? —preguntó Ethan con desconfianza en su voz. —No olvides que ya hemos tenido nuestras diferencias.James, notando la resistencia de su hijo, decidió poner en marcha su actuación.—Oh, Ethan, no me hagas esto. Sabes que he estado luchando por salir adelante —se llevó una mano al pecho, como si el peso de la culpa lo aplastara. —Solo quiero lo mejor para ti. ¿No es eso lo que siempre has querido?Ethan lo observó, sintiendo una mezcla de compasión y desconfianza.—No se trata de lo que quiero, sino de lo que es correcto. ¿Qué hay detrás de esta propuesta? —dijo, manteniendo su mirada fi
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Capítulo 35. «Hombres con fortuna».
Amanece con un esplendor único y Ethan se prepara para ser entrevistado junto a su esposa, Isabella, en las instalaciones de Empresas Walton. La revista «Hombres con Fortuna» ha decidido centrar su atención en su historia, un relato fascinante de un chico humilde que pasó de ser pobre a rico de la noche a la mañana, a pesar de ser lisiado. La llegada de la pareja al estudio es recibida con entusiasmo y el ambiente se siente ligero y lleno de energía.—Ethan, cuéntanos, ¿cómo ha sido este viaje tan increíble? —pregunta el entrevistador, sonriendo mientras ajusta su micrófono.Ethan se ríe y mira a Isabella, quien le aprieta la mano con complicidad.—La verdad es que ha sido un torbellino. Pasé de contar monedas para el almuerzo a tener una fortuna, y todo gracias a la perseverancia y, claro, a mi increíble esposa que siempre ha estado a mi lado —responde Ethan, cuya voz denota calidez.Isabella, con una sonrisa radiante, añade:—Y no olvidemos a nuestros trillizos, que son la verdadera
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Capítulo 36. Al fin juntos.
En medio de la celebración, Ethan y Isabella se miraron a los ojos y supieron que era el momento perfecto para escapar de la fiesta y disfrutar de un rato a solas. Con la ayuda de sus familiares, dejaron a sus hijos en buenas manos y se dirigieron a un majestuoso hotel en el corazón de Washington D. C. El ambiente del hotel era íntimo y romántico, y Ethan y Isabella no pudieron evitar sentirse emocionados al entrar en la habitación.La expectativa de lo que estaba por venir les llenaba el corazón de anticipación y nervios. Ethan tomó la mano de Isabella y la llevó hasta el balcón, desde donde podían admirar la ciudad iluminada. La noche estaba preciosa y el ambiente era perfecto para lo que habían anhelado durante tanto tiempo.—Isabella —susurró Ethan, volviéndose hacia ella. —Estoy tan nervioso... pero también tan emocionado. No puedo creer que estemos aquí finalmente.Isabella sonrió con los ojos brillándole de emoción.—Yo también, Ethan. He esperado este momento durante tanto tie
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Capítulo 37. ¡A seguir la fiesta!
En mitad de la noche, mientras el silencio envolvía la casa, Ethan e Isabella llegaron a la sala tratando de contener las risas que brotaban de sus labios. Habían compartido un momento mágico y su complicidad era más que evidente. Sin embargo, lo que no esperaban era encontrarse con Mateo, que salía sigilosamente del dormitorio de Elvira con una sonrisa traviesa en el rostro.—¡Sorpresa! —exclamó Mateo, asustándolos. —¿Qué hacen tan felices a esta hora? ¿Acaso han estado haciendo travesuras?Su tono estaba lleno de ironía y sus ojos brillaban con picardía. Ethan, aún riendo, intentó mantener la compostura.—Solo estábamos disfrutando de la noche, tío.Mateo se acercó, observando el brillo en los ojos de la pareja.—¿Disfrutando, eh? Eso se nota. Yo también tengo mis propias «noches de disfrute» con mi novia secreta, y déjenme decirles que el brillo en sus ojos es el mismo que veo en los míos después de una buena sesión. ¡Ja, ja, ja!Isabella, sonrojándose, no pudo evitar reírse. —¡Mat
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Capítulo 38. Los oscuros planes de James.
Ethan, un joven astuto y desconfiado, se había convertido en la última esperanza de su padre, James. Al darse cuenta de que ya no podía sacar más dinero de su hijo, James decidió tomar medidas extremas. Se acercó a su primo Jonás, un hombre perezoso y cobarde, y le propuso un plan audaz: secuestrar a Ethan para obtener un rescate. —Escucha, Jonás —comenzó James con urgencia en su voz. —No tenemos otra opción. Si no actuamos ahora, lo perderemos todo. Necesitamos el dinero, y Ethan es nuestra única salida.Jonás frunció el ceño, dudando. —¿Secuestrar a tu propio hijo? Eso es… eso es una locura, James. ¿Y si algo sale mal?James lo miró con determinación. —No hay lugar para el miedo, primo. He planeado todo al detalle. Ethan no sospechará nada. Además, después de lo que pasó con Anabelle, estoy dispuesto a hacer lo que sea necesario. Ya me quedé sin un céntimo y no puedo quedarme de brazos cruzados.Jonás tragó saliva, sintiéndose atrapado entre la lealtad familiar y su propio instinto
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Capítulo 39. El rapto.
Al día siguiente…James llegó a la mansión con una sonrisa que no lograba ocultar la tensión que lo envolvía. Se acercó al cuarto de los niños, donde Isabella lo observaba con una mezcla de extrañeza y escepticismo. Sabía que James era un hombre peculiar, pero también era el padre de Ethan y debía mantener la paz, se repetía a sí misma.—Hola, James —dijo Isabella, intentando sonar cordial mientras veía a James jugar con los trillizos.—Hola, Isabella —respondió él, con su voz suave, pero con un matiz de frialdad. —No hay nada como ver a mis pequeños nietos. Ellos son el futuro, ¿no crees?Isabella asintió, sintiendo un escalofrío recorrer su espalda. Había algo en la mirada de James que la inquietaba. Mientras tanto, Ethan se preparaba para salir a la oficina, ajeno a todo lo que estaba a punto de pasar.—Ethan, ¡ten cuidado en la carretera! —gritó Isabella, tratando de desviar su atención de su padre.—Siempre lo hago, amor. Realmente es Marcelo quien conduce — respondió Ethan con u
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