Capítulo 40. El Pánico.
El teléfono sonó en la mansión Walton, rompiendo la tranquilidad de la tarde. Isabella, despreocupada, atendió la llamada, pero su rostro se transformó al escuchar la voz del captor de Ethan.—Tengo al paralítico —dijo la voz fría y burlona. —Si quieres verlo de nuevo, necesitarás reunir una cantidad considerable de dinero.Isabella, paralizada por la sorpresa y el terror, soltó el teléfono, que cayó al suelo con un estruendo. Su cuerpo se desplomó lentamente y, antes de tocar el suelo, su suegra, Lisa, corrió hacia ella.—¡Isabella! —gritó, mientras James disimulaba su propia angustia y se acercaba para ayudar a su nuera.Lisa tomó el teléfono, aún temblando, y escuchó la voz del captor que continuaba hablando con desprecio.—Hola, el paralítico está en mis manos, y si no haces lo que te digo, no lo volverán a ver.Las palabras del secuestrador le atravesaron el corazón como un puñal. Las lágrimas comenzaron a correr por sus mejillas y su voz se quebró al responder:—¡No! ¡No puedes
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