Todos los capítulos de El CEO "Un Falso Prometido para Navidad": Capítulo 61 - Capítulo 68
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...Y cómo no, si eras mi todo 🎶
Luego de desempacar y poner al día a su amiga, Blas se recuesta y se queda profundamente dormido, mientras Antonella intenta comunicarse con él. —¿Por qué no respondes Blas? —La impaciencia de la pelirrubia es cada vez mayor.Enciende el viejo televisor que su madre tiene en la sala para ver las noticias. Sin embargo, son pocos canales que logra sintonizar en el aparato. —¡Pero que tonta soy, en vez de buscar por las redes! —exclama. Su móvil casi descargado, no le permite accesar rápidamente a la red, por lo que se asegura de cerrar bien la puerta e ir hasta su dormitorio. Conecta el cargador, se sienta en la orilla de la cama y comienza a buscar la información. Rápidamente encuentra la noticia en la prensa digital, las imágenes de como quedó el auto son nefastas, es posible que aquel hombre no sobreviviera, sin embargo no encuentra una foto que logre sacarla de la duda. Desde su intergram, busca el perfil del hijo del multimillonario, más de diez perfiles con el mismo nom
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El nuevo Albert Miller
Mauro Moretti entra al hospital, topándose con el médico que acaba de atender a su hijo. —¿Doctor, cómo está mi hijo? —pregunta con voz temblorosa. —Lo siento, Sr Moretti. —Baja la mirada— Su hijo murió.Como un puñal que se clava en un costado, Mauro recibe aquella noticia. Claudia queda paralizada, en shock, sin decir ni una palabra. —¿Qué está diciendo? Mi hijo no puede estar muerto. —Las lágrimas recorren su rostro y una oleada de arrepentimiento lo arrastra, no puede creer que la vida no le haya permitido disculparse con él y decirle que lo amaba, que lo amaba a pesar de que fuera diferente a él, sensible y dispuesto a luchar por el amor de la persona a quien quería. —Hicimos lo que pudimos, pero sufrió un infarto. En verdad lamento su muerte. Mauro abraza a su esposa y por segunda vez, sienten algo especial –aunque doloroso– que los une. Aquella información pronto se expande en todos los medios de comunicación, llegando a los oídos de Antonella, quien finalmente log
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Un dolor de esos que ahoga
Antonella despierta, aún somnolienta se sienta en la cama, bosteza y frota sus ojos, toma su móvil esperando tener respuestas de alguno de sus amigos, pero se llena de ansiedad al ver que no hay señales de ninguno de ellos. Mira la hora, ya es media mañana. Se le había hecho tarde, tenía tantas cosas por hacer y producto del agotamiento emocional terminó quedándose dormida. El sonido de la bocina de un coche frente a su casa, le recuerda que Fabiano se comprometió a buscarla para llevarla esa mañana a hacer las diligencias pendientes. —¡Joder! —exclama, se levanta de la cama con el móvil en la mano para salir y disculparse con él. Justo en ese momento, recibe un mensaje en su móvil, es de Fabiano, quién le dice que debe darse prisa. Le contesta con un “Ya salgo”, deja el móvil en la mesa y corre al baño para asearse. En tanto, en la oficina y luego de revisar varios archivos, Blas logra encontrar el documento que su jefe le ordenó llevarle esa mañana. —Tenga Sr Miller, aqu
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¡Un milagro!
—Sabes, era él —dice con pesar. —¿Quién, no entiendo? —pregunta Fabiano, algo confundido. —Marcos, mi amigo. —contesta entre suspiros.— No puedo creer lo pequeño que es el mundo. —Lo siento, debías quererlo mucho. —La verdad, hablé pocas veces con él… —Hace una pausa y piensa en lo inadecuado que puede ser, mencionar que era la ex pareja de su mejor amigo— Era amigo de mi mejor amigo, y ahora resultó ser el hijo del gran amor de mi madre. —Mucha coincidencia en verdad. Siempre se rumoreó que era algo raro, ¿me entiendes? —¿Y qué con eso? Era un excelente ser humano. Cambió su bolero para permitir que llegara en el peor momento de mi madre. Nunca tendré como agradecerle eso que hizo. Fabiano guarda silencio, su opinión al respecto, resultaba innecesaria. —¿Y bien, a donde necesitas que te lleve ahora? —Creo que a casa, aunque me gustaría ir al hospital, no serviría mucho que vaya, ninguno de ellos me conoce. —afirma y Fabiano asiente. —¿Almorzamos juntos? —invita es
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¿Es él?
—¿Y? —Fabiano sonríe— ¿Qué te pareció la pasta? —pregunta. —Realmente me parece buena, como dices. —Me alegra que te haya gustado —coloca su mano sobre la de ella y acaricia con su pulgar, Antonella aplana sus labios.— Creo que tendré que ir a pagar la cuenta —dice al ver la gran cantidad de clientes en el concurrido restaurante. Ella asiente. Mientras Fabiano paga la cuenta, Antonella aprovecha de ver su móvil, escucha aquel mensaje de Blas y una mezcla de emociones de sorpresa con enojo y frustración, se apoderan de ella. —¿Enojado? —murmura— Soy yo quien debería estarlo. Fabiano se acerca por detrás y apoyando sus manos sobre el espaldar de su silla, se inclina para susurrarle al oído:—¿Hablando sola? Antonella, sobresaltada por aquella interrupción, se gira hacia él y su rostro queda de frente y muy cerca al de su ex. Fabiano la mira fijamente, mientras saborea sus labios. Incómoda por aquella situación, ella se levanta del asiento. —Debo ir al baño, ¿me esperas en
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Un espejismo
Antonella atiende rápidamente, aquel número telefónico pertenece a la empresa. —¿Sí? —Su voz, es trémula. —Geme, soy yo, geme —Blas, responde.—¡Blas! —exclama emocionada— Al fin puedo oírte. —Perdí mi teléfono en el taxi y no he logrado recuperarlo. —dice y se quiebra.— Geme, lo perdí, perdí a Marcos.—No, no, Blas. Marcos está vivo. —¿Qué dices? No puedes hacerme esto, geme. No puedes engañarle, lo sé todo. —Blas estoy hablando en serio. Jamás te mentiría con algo como eso. —Yo vi las noticias y vi el accidente. Vi cuando lo metieron a la ambulancia con el rostro cubierto. —Debió ser el hombre que iba en el otro coche y sí, lo dijeron en todos lados que Marcos estaba muerto, pero ocurrió un milagro, está vivo. —¿Lo viste? ¿Pudiste hablar con él? —interroga manteniéndose incrédulo. —No pude verlo, su madre me corrió del hospital. No entiendo por qué odia tanto.—Es obvio, geme. Eres mi amiga. Es a mí a quien no quieren en sus vidas. —responde con frustración —¿
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Treinta años viviendo una mentira
—Hay algo que debes saber, Anto. —El tono de voz de Blas es seco.—Dime de qué se trata, Blas. ¿Qué es eso que debo saber? —cuestiona.—Antes de morir, Isabella me contó sobre su pasado y… —Blas respira profundamente antes de decir aquello— Hubo alguien a quien tu madre amó hasta sus últimos días, un hombre que para ella fue su único y verdadero amor. —No te entiendo, de que hombre hablas.—De tu verdadero padre. —Blas, suelta sin más. —¿Qué dices? Eso es imposible, mi padre es Antonio Cerati —responde con desesperación.— Tienes que haber oído mal, Blas.—Anto te estoy diciendo lo que ella me dijo. Me pidió que en caso de que ella muriera y tú no te hubieses casado, te dijera la verdad. Tu padre es un multimillonario. —Es que eso no puede ser Blas. ¿Por qué mi madre me mentiría sobre ello? —No lo sé, Anto. No conozco las razones que tuvo para hacerlo, excepto que el hombre que creíste era tu padre, le prometió quererte y cuidarte como una hija.El dolor que la pelirrubia si
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Arpía
—Ya regreso, voy por los niños, creo que es hora de que se vayan a la cama. —Marta se levanta de su asiento. —Sí, es un poco tarde —dice mirando su reloj de pulsera. Tan pronto como Marta se dirige a la cocina, Albert comienza a sentirse ligeramente aturdido, y todo comienza a dar vueltas a su alrededor. Deja la copa sobre la mesa de centro, luego se reclina en el espaldar del sofá y bosteza. Marta regresa minutos después, ve que el somnífero ha causado un efecto inmediato en él. —Deja pedirle la bendición a papá —insiste la pequeña Shirley.—Papá está dormido, linda. Deja que descanse, vamos a tu habitación. —ordena. Sam quien viene a pocos pasos de ella, logra escabullirse e ir hacia la sala.—Papá, despierta —dice sacudiendo el hombro de Albert, quien abre los ojos lentamente— ¿Vienes a jugar conmigo a mi habitación? —¡Sam! —llama desde la escalera a su hijo— Deja a Albert descansar y ven ahora mismo a tu cuarto. —Pero mamá… —Obedece y sube. El chico no tiene m
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