Antonella atiende rápidamente, aquel número telefónico pertenece a la empresa. —¿Sí? —Su voz, es trémula. —Geme, soy yo, geme —Blas, responde.—¡Blas! —exclama emocionada— Al fin puedo oírte. —Perdí mi teléfono en el taxi y no he logrado recuperarlo. —dice y se quiebra.— Geme, lo perdí, perdí a Marcos.—No, no, Blas. Marcos está vivo. —¿Qué dices? No puedes hacerme esto, geme. No puedes engañarle, lo sé todo. —Blas estoy hablando en serio. Jamás te mentiría con algo como eso. —Yo vi las noticias y vi el accidente. Vi cuando lo metieron a la ambulancia con el rostro cubierto. —Debió ser el hombre que iba en el otro coche y sí, lo dijeron en todos lados que Marcos estaba muerto, pero ocurrió un milagro, está vivo. —¿Lo viste? ¿Pudiste hablar con él? —interroga manteniéndose incrédulo. —No pude verlo, su madre me corrió del hospital. No entiendo por qué odia tanto.—Es obvio, geme. Eres mi amiga. Es a mí a quien no quieren en sus vidas. —responde con frustración —¿
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