La tensión entre Maxwell y su padre, Máximo, había alcanzado un punto crítico. Las discusiones se habían vuelto más frecuentes y acaloradas, cada una más intensa que la anterior. Aquella tarde, en la oficina, la última conversación se tornó en una explosión de palabras hirientes.—¡No puedo creer que estés dispuesto a tirar tu vida por la borda por esa mujer! —gritó Máximo, su rostro enrojecido por la ira.Maxwell, con el corazón latiendo con fuerza, replicó:—¡Ella es importante para mí, padre! No voy a renunciar a Aria ni a nuestros hijos por cumplir con tus expectativas.La tensión creció, y en un instante de desesperación, Máximo se llevó la mano al pecho, su rostro contorsionado por el dolor. Antes de que Maxwell pudiera reaccionar, su padre cayó al suelo, y el caos se desató.La ambulancia llegó rápidamente, llevando a Máximo a la clínica mientras la preocupación invadía el ambiente. Abigail, al enterarse de lo sucedido, se encontró atrapada en la preocupación. La angustia de ve
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