Aria se preguntaba como Maxwell se había enterado de su visita a la casa de la familia Williams. —¿Qué ocurre? —se hizo la desentendida. —¿Por qué tendrías que ir a disculparte? No has hecho nada malo. ¿Dónde estas ahora? —En la autopista. He ido porque no quiero tener problemas con tu madre, ella ha sido quien me pidió que fuera a disculparme con Charlotte. Entonces, obedecí y le pedí disculpas a tu prometida —expiró —. ¿Cómo lo supiste?Al otro lado de la línea, Maxwell resopló. No estaba de acuerdo con lo que su madre le forzó a hacer. —Mi madre me lo ha comentado. —Creí que solo sería algo entre nos —bufó —. No tiene caso, no le tomes demasiada importancia, ya pasó. —Lo siento mucho, no tenías que hacer esto. No hiciste nada malo. —Ni ha sido tan difícil, ya quítale hierro al asunto, Max. —De acuerdo. Aún así, lo lamento mucho, todo esto es mi culpa. —¿Ahora lo entiendes? Por eso debemos mantener distancias, al final ella se convertirá en tu esposa y nosotros no podemos p
Después del revuelo causado atrás, abandonó el lugar dejando atrás el intento de matrimonio, de una alianza; todo era un desastre. Su madre, la detuvo en el exterior y ella se volvió con vergüenza. —Mamá... —¿Es cierto lo que acabas de decir? Aria... ¿Tienes idea de lo que acabas de hacer y de lo que significa? Esto no es una broma. —¿Por qué mentiría? Nunca tuve sexo con Sebastián, mamá. Tal vez por eso me fue infiel... En todo caso, mi primera vez fue con Maxwell y sí, no es un bebé, son trillizos —agregó. De no ser por la llegada de Alessandro que se convirtió en su soporte, Jasmine se habría desmayado allí mismo. La magnitud de la situación era inexplicable. —Alessandro, dime que lo que está diciendo nuestra hija es una confusión, no puedo creer esto no está pasando. Aria sollozó. En aquel momento apareció Maxwell y tomó la mano de Aria, llevándola con él y dejando todo atrás. Sus padres, se quedaron allí de piedra, aún congelados por el balde de agua fría que resultó ser u
A la joven le temblaban las manos, no podía sostener la mirada de sus padres, se sentía profundamente avergonzada. Sabía que dejaba de ser la hija ideal y buena convirtiéndose en una decepción para sus padres. —¿Por qué pensaste que fue una decisión acertada ocultarnos la verdad? —inquirió su madre —. Sinceramente tu padre y yo habríamos preferido que fueras sincera desde el principio. Alessandro asintió con la cabeza. —Hija, tu madre y yo hemos estado conversando en torno a la situación, por supuesto no podemos darte la espalda y menos en una situación como esta. Nos duele que en parte hayas preferido no decirnos la verdad, pero también entendemos que tuviste miedo y no supiste cómo manejarlo. Mientras sus padres le hablaban, los ojos de Aria, se estaban llenando de lágrimas. —Aria, hija mía... —susurró su madre tomando su mano —. Aquí lo verdaderamente importante es tu bienestar y si has decidido continuar con el embarazo, te apoyaremos, también esperamos que Maxwell lo haga.
Maxwell suspiró.Acababa de dejar atrás a sus padres, Abigail y Máximo, quienes le habían dado un ultimátum imposible: renunciar a Aria y a sus hijos o perder su puesto como presidente de la compañía familiar.Apretó los puños con fuerza, sintiendo cómo la rabia y la frustración se acumulaban dentro de él. ¿Cómo podían ser tan fríos y despiadados? ¿Acaso no entendían que esto no se trataba solo de una cuestión de negocios, sino de su propia familia?Mientras caminaba, las palabras de sus padres resonaban en su cabeza, taladrando su mente."Si no haces lo correcto, si no le pides a Aria que aborte, entonces puedes olvidarte de continuar siendo el presidente de la compañía.""No es solo eso, Maxwell. Es por tu propio bien. Esto es un negocio, y los negocios no se construyen sobre emociones."Maxwell se detuvo en seco, sintiendo cómo la ira lo consumía. ¿Cómo podían pedirle que sacrificara a la mujer que amaba y a sus propios hijos por el bien de la compañía? ¿Acaso no entendían que eso
—Pero son solo unos bebés —dijo, su voz apenas un susurro—. No tienen culpa de nada.Abigail rugió, su tono volviéndose amenazador.—¿Y quién es la culpable, Aria? Tú. Eres tú la que lo ha llevado a esta situación. Si Maxwell renuncia, su fracaso será tu carga. ¿Estás dispuesta a vivir con eso? ¿A ser recordada como la mujer que le robó la oportunidad de seguir en la presidencia?Sintió que una sensación terrible la desgarraba por dentro. —No puedo hacer lo que me pides, Abigail. No puedo. No soy una villana en esta historia.Abigail se rió con desdén, su risa helada.—La vida no es un cuento de hadas, Aria. A veces, hay que tomar decisiones difíciles. Y esta es una de esas veces. Si realmente te interesa Maxwell, haz lo que te pido.Con esas palabras, Abigail se marchó, dejando a Aria sola con sus pensamientos, temblando y sintiendo que el mundo se desmoronaba a su alrededor. Aria no podía dejar de llorar después de la visita de Abigail. Las palabras crueles de la madre de Maxwell
La tensión entre Maxwell y su padre, Máximo, había alcanzado un punto crítico. Las discusiones se habían vuelto más frecuentes y acaloradas, cada una más intensa que la anterior. Aquella tarde, en la oficina, la última conversación se tornó en una explosión de palabras hirientes.—¡No puedo creer que estés dispuesto a tirar tu vida por la borda por esa mujer! —gritó Máximo, su rostro enrojecido por la ira.Maxwell, con el corazón latiendo con fuerza, replicó:—¡Ella es importante para mí, padre! No voy a renunciar a Aria ni a nuestros hijos por cumplir con tus expectativas.La tensión creció, y en un instante de desesperación, Máximo se llevó la mano al pecho, su rostro contorsionado por el dolor. Antes de que Maxwell pudiera reaccionar, su padre cayó al suelo, y el caos se desató.La ambulancia llegó rápidamente, llevando a Máximo a la clínica mientras la preocupación invadía el ambiente. Abigail, al enterarse de lo sucedido, se encontró atrapada en la preocupación. La angustia de ve
Era una tarde tranquila cuando el sonido del teléfono rompió el silencio en la casa de Abigail y Máximo. El teléfono sonó insistentemente, y Abigail sintió una punzada de inquietud en su estómago mientras se acercaba al aparato. No esperaba una llamada en ese momento, y el tono grave de la voz al otro lado de la línea la hizo temblar.—¿Abigail? —dijo el médico, su tono grave y directo—. Lamento informarte que tu hijo, Maxwell, ha estado involucrado en un accidente automovilístico grave.Las palabras resonaron en su mente como un eco ensordecedor. Su corazón se detuvo, y la angustia la envolvió. Abigail sintió que el aire se le escapaba de los pulmones mientras trataba de procesar la noticia.—¿Está… está bien? —logró preguntar, su voz apenas un susurro.—Maxwell está en estado crítico. Necesitamos que vengas al hospital lo antes posible. Requerimos tu autorización para llevar a cabo una cirugía urgente en su columna vertebral. Ha sufrido una lesión que podría comprometer su futuro y
Cuando finalmente se les permitió ver a Maxwell, entraron a la habitación con el corazón apesadumbrado. Él yacía en la cama, conectado a múltiples monitores que registraban su estado. La máquina pitaba rítmicamente, y cada pitido era un recordatorio de que estaba vivo, aunque sumido en un sueño profundo.Abigail se acercó a su hijo, sintiendo la fragilidad de su situación. Tomó su mano, que estaba fría, y la acarició suavemente.—Estamos aquí contigo, Maxwell —susurró, aturdida con la situación—. Por favor, vuelve con nosotros. Máximo se unió a ella, y juntos se quedaron junto a la cama. Aunque Maxwell estaba en un coma inducido, sabían que llegaría el momento de que él despertaría. ***Noah al saber todo en la mañana no dudó en ir a la clínica. Allí se encontró con los padres de Maxwell, quienes estaban afectados por la situación de Maxwell.—Vine tan pronto me enteré de lo ocurrido, ¿cómo está Maxwell? —quiso saber Los padres de Maxwell miraron al abogado y le explicaron la situa