—No, en absoluto. Pero él tampoco es un niño, sabe lo que hace y yo estoy haciendo todo lo que está de mi parte para mantenernos cada quien en el lugar donde pertenece. No es de mi incumbencia, pero es bien sabido que el matrimonio solo será como parte de una alianza, así que, ¿por qué le afecta tanto a Charlotte? Lo siento, supongo que no debería entrometerme. —¡Pero lo estás haciendo! Aria, cuando digo que te aprecio y te considero como una buena persona lo estoy diciendo desde el fondo de mi corazón, pero no me hagas cambiar de opinión y convertirme en una versión que no conoces de mí. Hablándole de esa manera parecía que la estaba amenazando y a esas alturas la joven se sintió tan molesta que deseó con todas sus fuerzas escupirle en la cara que su hijito la había embarazado. —De acuerdo, ¿qué quiere que haga? Se contuvo. —¿Qué quiero que hagas? Quiero que respetes la relación de Charlotte y Maxwell. La familia Williams está indignada y nosotros estamos avergonzados por lo que
Cuando estaba en el estacionamiento subterráneo no encontraba las llaves de su auto y se llenó de frustración, en ese momento apareció Maxwell y le habló. —¿Estás bien? —Sí. —Aria, aunque pido extrema formalidad en la ropa, puedo ser flexible contigo, usar zapatos de tacón podría ser peligroso para ti. Si te caes...—¿No crees que otra vez estás exagerando? Sé que debo ser precavida, así que, en determinado momento los dejaré de usar. Además, estos me gustan mucho. Él sonrió. —Te queda bien —declaró con una sonrisa —. Tengo buen ojo. Estaba seguro que te gustaría, pero no creí que se volverían tus favoritos. Ella se sonrojó. —Me gusta apreciar los regalos. —Ya me doy cuenta de eso —declaró acercándose más y ella reparó en sus intenciones. ¿Y si la besaba de nuevo? —Me iré. —¿Cómo podrías irte si no tienes las llaves de tu auto? —En realidad... —iba a decir algo más pero se detuvo en cuanto él sacudió las llaves de su auto entre sus manos —. ¿Por qué tienes mis llaves? —Má
Aria se preguntaba como Maxwell se había enterado de su visita a la casa de la familia Williams. —¿Qué ocurre? —se hizo la desentendida. —¿Por qué tendrías que ir a disculparte? No has hecho nada malo. ¿Dónde estas ahora? —En la autopista. He ido porque no quiero tener problemas con tu madre, ella ha sido quien me pidió que fuera a disculparme con Charlotte. Entonces, obedecí y le pedí disculpas a tu prometida —expiró —. ¿Cómo lo supiste?Al otro lado de la línea, Maxwell resopló. No estaba de acuerdo con lo que su madre le forzó a hacer. —Mi madre me lo ha comentado. —Creí que solo sería algo entre nos —bufó —. No tiene caso, no le tomes demasiada importancia, ya pasó. —Lo siento mucho, no tenías que hacer esto. No hiciste nada malo. —Ni ha sido tan difícil, ya quítale hierro al asunto, Max. —De acuerdo. Aún así, lo lamento mucho, todo esto es mi culpa. —¿Ahora lo entiendes? Por eso debemos mantener distancias, al final ella se convertirá en tu esposa y nosotros no podemos p
Después del revuelo causado atrás, abandonó el lugar dejando atrás el intento de matrimonio, de una alianza; todo era un desastre. Su madre, la detuvo en el exterior y ella se volvió con vergüenza. —Mamá... —¿Es cierto lo que acabas de decir? Aria... ¿Tienes idea de lo que acabas de hacer y de lo que significa? Esto no es una broma. —¿Por qué mentiría? Nunca tuve sexo con Sebastián, mamá. Tal vez por eso me fue infiel... En todo caso, mi primera vez fue con Maxwell y sí, no es un bebé, son trillizos —agregó. De no ser por la llegada de Alessandro que se convirtió en su soporte, Jasmine se habría desmayado allí mismo. La magnitud de la situación era inexplicable. —Alessandro, dime que lo que está diciendo nuestra hija es una confusión, no puedo creer esto no está pasando. Aria sollozó. En aquel momento apareció Maxwell y tomó la mano de Aria, llevándola con él y dejando todo atrás. Sus padres, se quedaron allí de piedra, aún congelados por el balde de agua fría que resultó ser u
A la joven le temblaban las manos, no podía sostener la mirada de sus padres, se sentía profundamente avergonzada. Sabía que dejaba de ser la hija ideal y buena convirtiéndose en una decepción para sus padres. —¿Por qué pensaste que fue una decisión acertada ocultarnos la verdad? —inquirió su madre —. Sinceramente tu padre y yo habríamos preferido que fueras sincera desde el principio. Alessandro asintió con la cabeza. —Hija, tu madre y yo hemos estado conversando en torno a la situación, por supuesto no podemos darte la espalda y menos en una situación como esta. Nos duele que en parte hayas preferido no decirnos la verdad, pero también entendemos que tuviste miedo y no supiste cómo manejarlo. Mientras sus padres le hablaban, los ojos de Aria, se estaban llenando de lágrimas. —Aria, hija mía... —susurró su madre tomando su mano —. Aquí lo verdaderamente importante es tu bienestar y si has decidido continuar con el embarazo, te apoyaremos, también esperamos que Maxwell lo haga.
Maxwell suspiró.Acababa de dejar atrás a sus padres, Abigail y Máximo, quienes le habían dado un ultimátum imposible: renunciar a Aria y a sus hijos o perder su puesto como presidente de la compañía familiar.Apretó los puños con fuerza, sintiendo cómo la rabia y la frustración se acumulaban dentro de él. ¿Cómo podían ser tan fríos y despiadados? ¿Acaso no entendían que esto no se trataba solo de una cuestión de negocios, sino de su propia familia?Mientras caminaba, las palabras de sus padres resonaban en su cabeza, taladrando su mente."Si no haces lo correcto, si no le pides a Aria que aborte, entonces puedes olvidarte de continuar siendo el presidente de la compañía.""No es solo eso, Maxwell. Es por tu propio bien. Esto es un negocio, y los negocios no se construyen sobre emociones."Maxwell se detuvo en seco, sintiendo cómo la ira lo consumía. ¿Cómo podían pedirle que sacrificara a la mujer que amaba y a sus propios hijos por el bien de la compañía? ¿Acaso no entendían que eso
—Pero son solo unos bebés —dijo, su voz apenas un susurro—. No tienen culpa de nada.Abigail rugió, su tono volviéndose amenazador.—¿Y quién es la culpable, Aria? Tú. Eres tú la que lo ha llevado a esta situación. Si Maxwell renuncia, su fracaso será tu carga. ¿Estás dispuesta a vivir con eso? ¿A ser recordada como la mujer que le robó la oportunidad de seguir en la presidencia?Sintió que una sensación terrible la desgarraba por dentro. —No puedo hacer lo que me pides, Abigail. No puedo. No soy una villana en esta historia.Abigail se rió con desdén, su risa helada.—La vida no es un cuento de hadas, Aria. A veces, hay que tomar decisiones difíciles. Y esta es una de esas veces. Si realmente te interesa Maxwell, haz lo que te pido.Con esas palabras, Abigail se marchó, dejando a Aria sola con sus pensamientos, temblando y sintiendo que el mundo se desmoronaba a su alrededor. Aria no podía dejar de llorar después de la visita de Abigail. Las palabras crueles de la madre de Maxwell
La tensión entre Maxwell y su padre, Máximo, había alcanzado un punto crítico. Las discusiones se habían vuelto más frecuentes y acaloradas, cada una más intensa que la anterior. Aquella tarde, en la oficina, la última conversación se tornó en una explosión de palabras hirientes.—¡No puedo creer que estés dispuesto a tirar tu vida por la borda por esa mujer! —gritó Máximo, su rostro enrojecido por la ira.Maxwell, con el corazón latiendo con fuerza, replicó:—¡Ella es importante para mí, padre! No voy a renunciar a Aria ni a nuestros hijos por cumplir con tus expectativas.La tensión creció, y en un instante de desesperación, Máximo se llevó la mano al pecho, su rostro contorsionado por el dolor. Antes de que Maxwell pudiera reaccionar, su padre cayó al suelo, y el caos se desató.La ambulancia llegó rápidamente, llevando a Máximo a la clínica mientras la preocupación invadía el ambiente. Abigail, al enterarse de lo sucedido, se encontró atrapada en la preocupación. La angustia de ve