Justo en ese momento, entró Horacio al salón, cogió el micrófono y comenzó su discurso sobre la tarima. — Hoy es el cumpleaños de mi hija Paola, gracias a todos por venir a su fiesta esta noche. Como a su padre, mi único deseo es su felicidad y bienestar. Paola, deseo que tus deseos se hagan realidad, ¡Paola Feliz cumpleaños, hija mía! Entonces, ella se dirigió al escenario para darle un abrazo. — Gracias, padre. Y también gracias a todos por venir a mi fiesta.—Un fuerte aplauso se escuchó en el salón. Justo en ese instante, los ojos del hombre se abrieron de par en parte la sorpresa, parecía aterrado mientras señalaba la entrada. Los invitados estaban confundidos ante el dramático cambio de su expresión. De manera inconsciente, miraron a la dirección a la que él señalaba desconcertado, y vieron a Ana de pie en la puerta. — Como ella había perdido mucho tiempo a lidiar con los guardaespaldas hacía un rato, se apresuró a entrar en la casa y a la vez temía por llegar tarde. Tan
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