Cuando Sofie por fin reaccionó, sus pensamientos eran un torbellino. Sintiendo que no tenía tiempo que perder, corrió hacia al armario, abrió la puerta de un tirón y sacó lo primero que encontró. El golpe seco al cerrarla resonó por todo el departamento. Se movía con urgencia, casi frenética, y sus dedos temblaban mientras intentaba abotonarse la chaqueta con torpeza.Katrine parpadeó, intentando procesarlo todo, mientras dejaba el móvil sobre la mesa.—Sofie, ¿qué piensas hacer?Sin embargo, Sofie no respondió de inmediato, sino que terminó de ajustar su abrigo y, con la mandíbula tensa, tomó su bolso y se lo colgó al hombro.—Kat, escríbele a Lukas y pregúntale a qué hospital llevan a Lars —repuso, por fin, con la voz tensa pero decidida.Katrine ladeó la cabeza.—Sofie, ¿de verdad piensas ir? Escucha, es de noche… y, además… Mathias está con él.Sofie se detuvo un momento y la miró fijamente, con sus ojos reflejando una gran mezcla de emociones: culpa, miedo, y una rabia dirigida ú
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