Al día siguiente, al amanecer, Sofie despertó sola, envuelta en las sábanas revueltas de su cama. Por un instante, pensó que lo que había sucedido la noche anterior no había sido más que otro de sus tantos sueños. Sin embargo, los rastros en su cuerpo y en su mente no dejaban dudas: aquello había sido real. Mathias, con una arrolladora intensidad, la había poseído, una vez más, despertando los sentimientos que ella creía haber reprimido, dejándola desorientada.Con esa extraña sensación, y sin poder apartar del todo de su mente lo que había pasado entre ella y Mathias, Sofie decidió levantarse y bajar a desayunar, antes de enfrentar el nuevo día, el cual prometía ser bastante largo. Después de todo, si no había sido una simple excusa, Mathias se marcharía, y, aunque intentaba convencerse de que su ausencia le daría espacio para ordenar sus pensamientos, no podía evitar desear que se quedara. Menos ahora, después de lo que habían compartido esa noche.Cuando llegó al comedor, se encont
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