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Todos los capítulos de ¿TUYAS?... ¡NUESTRAS!: Capítulo 21 - Capítulo 29
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CAPÍTULO 21
Explicar a las gemelas que el hombre guapo que la besó no era su novio fue demasiado complicado, porque, como madre, no quieres decirles a tus hijas de tres años que puedes besar a alguien aun cuando no tienes una relación formal con él o algún sentimiento romántico de por medio, pero, al final, ellas se habían rendido de saber cuando algo más importante pasó frente a sus ojos: la película que deseaban ver.Sin embargo, y aunque no le pasó por la mente que fuera posible, el tío de sus hijas también estaba interesado en conocer su relación con ese hombre, quizá por eso se sorprendió demasiado cuando le hizo la pregunta.—¿De verdad no es tu novio? —preguntó Benjamín Anguiano cuando las niñas al fin se habían dormido y ellos caminaban de regreso al auto de ese hombre para llevar a Estrella a su casa, pues no le sabía bien mandarla en taxi luego de que prácticamente la habían sacado de su casa a la fuerza.—No, no lo es —aseguró la rubia, un tanto cansada por todo, molesta por haber perd
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CAPÍTULO 22
—Me acosté con Benjamín —declaró Estrella ni bien su mejor amiga le contestó la llamada telefónica que le hacía.—¿Con Benjamín Anguiano? —preguntó Kenya y la que inició la llamada respondió con un sonido casi gutural—, ¿con el tío de tus hijas? ¿Con ese Benjamín Anguiano?—¿Acaso conocemos a otro Benjamín Anguiano? —cuestionó la rubia y ni siquiera le dio tiempo a la otra de responder, lo hizo ella misma—. No, no conocemos otros, es el único, así que, sí, es con ese Benjamín Anguiano, el tío de mis hijas, con quien me acosté… Y no lo digas así, suena horrible si no se conoce el contexto. Tú no te acostarías con el hermano de Ramiro, ¿o sí?—Ni aunque Ramiro estuviera muerto —aseguró Kenya, persignándose mientras lo decía.La azabache era demasiado supersticiosa como para no tener un ritual o dos cuando hablaba sobre cosas de “mal agüero” como las llamaba ella.» Y —siguió hablando la azabache—, ¿qué tal?—¡No! —exclamó Estrella en un tono de evidente disgusto—. No me preguntes qué ta
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CAPÍTULO 23
FLASHBACKEstrella Miller creció para convertirse en una mujer fuerte e independiente, con una determinación que podría mover montañas; sin embargo, había una persona que lograba tambalear esa fortaleza, y ese era Leobardo Alarcón. Desde que comenzaron sus esporádicos encuentros, Estrella había intentado mantener una fachada de indiferencia, aunque en lo más profundo de su ser, una semilla de esperanza crecía imparable cada que ese sujeto le sonreía tan hermosamente.Leobardo, un joven de porte elegante y modales refinados, había mostrado amables atenciones hacia Estrella desde el principio. La invitaba a cenas en restaurantes exclusivos, le obsequiaba flores sin motivo aparente y siempre tenía una palabra de aliento para ella. Estrella no podía evitar sentirse atraída por él. Cada gesto, cada sonrisa y cada mirada la hacían soñar con una relación más profunda. La tonta joven se ilusionaba con la idea de que esos momentos compartidos eran el preludio de algo mayor, de una relación for
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CAPÍTULO 24
—No puedo creerlo —declaró Chase, devolviendo la vista a la carretera—, ¿en serio te gusta tanto?—Leobardo es muy guapo —respondió la rubia y su hermano alzó ambas cejas mientras suspiraba—, además, le hizo bien la experiencia, es muy bueno en la cama.—Agh, qué asco, Tella, no me cuentes esas cosas —pidió con cara de verdadero asco el menor de los dos Miller en ese auto—. Me refería a si seguías aferrada a tener una relación seria con él. La insistencia se usa para lograr tener algo.—Ah, no —dijo Estrella con tranquilidad—, no me aferro a él, de vez en cuando coincidimos, pero yo no quiero una relación seria con él, ni con nadie. La verdad, le he tomado gusto a la soledad, a mí no me sabe a estar sola, me sabe a libertad y eso me gusta mucho.—Pues me alegra —aseguró el rubio—, porque Leobardo no es la mejor opción como pareja, seguro es de los que te engañarían solo porque se presentó la oportunidad.Estrella se rio de semejante comentario, pero le parecía que eso bien podría ser
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CAPÍTULO 25
—Ponte cómoda, amor —dijo Alessandro entrando a la habitación de su hija, hablando justamente para ella, siendo seguido por el menor de sus hijos—, a tu madre le tuvieron que poner un sedante, estaba demasiado preocupada y se puso ansiosa, así que entró en crisis. Nos iremos cuando ella despierte.Estrella agachó la cabeza, sintiéndose un poco culpable por la condición en que se encontraba su madre, aunque, en el fondo, seguía sintiendo que la reacción de Chase había sido un poco exagerada, así que lo culpaba a él de lo ocurrido.» Y, por el dinero de las reparaciones, no tienes que preocuparte, me haré cargo —aseguró el mayor de los tres Miller en esa habitación y Estrella le sonrió agradecida. Reparar tanto auto, seguro no sería algo barato.—¡Oye! —exclamó Chase, entre asombrado y molesto—. Debiste decirnos que asumirías los gastos, así yo no habría dicho que Estrella se acostó con…—¡Chase Miller! —imperó el padre de los dos jóvenes en esa habitación—, no me interesa saber ese tipo
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CAPÍTULO 26
Estrella sintió que su estómago se hizo nada y el vacío comenzó a sentirse doloroso, quizá por eso se obligó a respirar profundo.Ni siquiera imaginaba que Leobardo había notado su enamoramiento en aquel entonces, el cual ahora estaba segura de que él sabía, pero lo que más le dolía era saber que el futuro que se imaginó, aunque sin adoptar, pudo haber sido suyo si el otro no tuviera un complejo con su condición; aunque no podía negar que era comprensible que ese complejo existiera.—Adoptar no siempre fue una opción para mí —declaró la rubia y el que se incorporó fue el otro ocupante de la cama—, siempre estuvo en mi mente la idea de no tener hijos jamás. No me gustan los bebés desde que Chase era un bebé, así que no quiero tener uno, nunca quise y no lo voy a querer después. Esta adopción frustrada empezó con un favor a Kenya, fue entonces que descubrí que sí quiero ser mamá, pero no de un hijo propio.—Soy un estúpido —declaró Leobardo llevando sus manos a la cara y dejándose caer
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CAPÍTULO 27
—Siendo completamente franca —dijo Estrella tras suspirar tranquilamente, como quizás jamás en la vida lo había hecho—, no pensé que sería tan agradable estar convaleciente, me siento una princesa.Kenya se rio del comentario de su amiga, igual que ella. Estrella estaba disfrutando de su tiempo en casa como jamás había disfrutado un viaje vacacional, era mucho más placentero simplemente descansar que viajar, sobre todo cuando todo el mundo estaba tan al pendiente de ella y sus necesidades.» Espero no acostumbrarme demasiado —declaró la rubia, y su mejor amiga asintió con la cabeza.Con lo descuidada que era esa joven, si le tomaba demasiado gusto a estar convaleciente comenzaría a lastimarse inconscientemente para volver a su casa, a su cama y a la atención que todos le estaban dando, así era el inconsciente de Estrella Miller.—Entonces —habló Kenya, viendo como su mejor amiga se quejaba de un simple movimiento de cabeza—, ¿qué piensas hacer con Leobardo? ¿En serio vas a considerar
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CAPÍTULO 28
—¿Puedes enamorarte de dos personas? —preguntó Estrella y a su madre se le fue la taza de café, junto con el corazón y el estómago, al piso; o al menos así fue cómo se sintió—. Creo que me enamoré de los dos.—¡Mamá! —gritó Estrella, preocupada por el café derramándose sobre los pedazos de cristal esparcidos por el suelo, y por los zapatos de su madre—. ¿Estás bien? ¿Fue tan sorprendente decir que me enamoré? También puedo enamorarme, ¿sabes?—Yo sé que puedes enamorarte, Estrella —aseguró Rebecca, moviéndose para poder limpiar lo que había tirado—, lo que no creo es que te hayas enamorado de esos dos, precisamente.—¿Por qué no? —preguntó la rubia, caminando al closet de limpieza a unos cuantos pasos de donde ambas desayunaban—. Ellos dos son superguapos, tienen buena posición económica y me quieren.—Ay, Estrella —exclamó un poco bajo la madre de la mencionada—, esas no son razones para amar, son razones para elegir a una pareja. Amor, creo que estás racionalizando el amor y, aunque
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CAPÍTULO 29
Detuvo el auto, consciente de que había sido una completa estupidez haber conducido tan alterada, es decir, si lo pensaba un poco podía darse cuenta de que ni siquiera recordaba el camino hasta el lugar donde estaba, es más, ni siquiera sabía qué era lo que había ido a buscar ahí, había sido como si una fuerza invisible la hubiera llevado inconscientemente a ese lugar.—Necesito ir a casa —murmuró y sus ojos se llenaron de lágrimas cuando sus ojos se fijaron en la persona que tocó al cristal de su ventana y se dio cuenta de quién era esa persona.No debió ir ahí, ni siquiera sabía cómo había terminado en ese lugar, por eso respiró profundo mientras ocultaba su rostro entre sus manos y cerraba los ojos con fuerza para no ver lo que estaba pasando.Y es que, aunque sonaba demasiado tonto, en su cabeza había una única idea rondando: su corazón la llevó a donde necesitaba estar, los brazos de Leobardo Alarcón, lo confirmó cuando salió del auto y se abrazó al fin a él.—¿Pasó algo malo? —p
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