Convencer a sus padres de esperar un poco para conocer al hombre que ahora era su esposo representó todo un reto, por lo que, mientras se dirigía hacia la casa de Erick, Olivia sintió que se merecía un par de palmaditas en la espalda. Aunque, al mismo tiempo, también necesitaba un poco (mucho) de ayuda, pues no tenía ni la más mínima idea de cómo hacer para decirle a Erick que sus padres estaban en la ciudad y que, por si fuera poco, querían conocerlo cuanto antes. —Llegamos, señora Miller. Escuchar que la llamaban por el apellido de Erick le provocó a Olivia un intenso escalofrío que le recorrió el cuerpo entero en segundos, y que, sin embargo, no resultó del todo desagradable. En realidad, si era completamente sincera, le encantaba cómo sonaba, solo que no podía permitirse pensar de aquella forma, así que prefería engañarse a sí misma. No obstante, lo que sí que no pudo tragar del todo, fueron las miradas mal disimuladas que recibió en su camino hacia la que, desde aquel momen
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