Carmine no le correspondió de inmediato, pero Giacomo no se rindió. Con paciencia, usó su boca para seducirla, deslizándose sobre sus labios con delicadeza. Ella intentó resistirse, pero al final un suspiro escapó de sus labios, y se rindió. Fue entonces cuando él profundizó el beso.Como la última vez que la besó, el mundo que los rodeaba desapareció, y por un momento solo eran ellos dos. Giacomo era demasiado consciente del calor del cuerpo de Carmine tan cerca del suyo, de la dulzura de sus labios. Podía sentir sus manos aferrándose a él, como si no quisiera dejarlo ir, y no planeaba hacerlo.Era un hecho que ella lo deseaba. Y si tenía que usar eso a su favor para convencerla de quedarse, lo haría. No iba a dejarla marcharse.Giacomo se dio cuenta de que no le importaba jugar sucio. Siempre había tratado de ser una persona que seguía las reglas, pero, con Carmine, no le importaba lo que era correcto o no; lo único que deseaba era tenerla. El mundo podía irse a la mierd@ y para él t
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