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Capítulo 39: Una confesión
Giacomo apartó una silla y esperó a que Carmine tomara asiento antes de sentarse junto a ella. Sin perder tiempo, alcanzó la jarra de agua y rellenó un vaso.

—Deberías beber un poco —dijo, tendiéndole el vaso a Carmine.

Carmine soltó un suspiro y rodó los ojos, pero no discutió con él. Era tierno como Giacomo siempre estaba al pendiente de ella, aunque a veces su preocupación rayaba en la exageración. Como el día que había decidido pintar la habitación de su hija y le había prohibido ayudar e, incluso, acercarse a la puerta. Había tenido que esperar a que la pintura secara para ver el resultado final.

—¿Quieres algo más?

—No, descuida, estoy bien.

Giacomo asintió con movimiento de cabeza y giró la mirada hacia el frente, percatándose de que todas las miradas estaban fijas en él. Sus expresiones era una mezcla entre diversión y curiosidad.

—Así que, ¿qué te trae por aquí? —preguntó Sebastian, arqueando una ceja.

Giacomo experimentó un extraño déjà vu, recordando la última vez que había
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