Giacomo miró a Carmine por el rabillo del ojo. Durante todo el viaje, ella se había mantenido en silencio, y la única vez que él intentó hablarle, ella lo miró con los ojos brillando de furia, así que optó por callarse y esperar.No era de los que se asustaban fácilmente, pero había visto a su novia enfurecida en el pasado y era como un soldado listo para matar a lo que se le atravesara en frente. El embarazo solo había intensificado su temperamento, volviéndola más impredecible y, en su opinión, aún más peligrosa.Maldita sea Arianna por haber vuelto a aparecer.En cuanto Giacomo detuvo el auto, Carmine se bajó sin esperar a que él le abriera la puerta y se adelantó. Él tuvo que correr para alcanzarla.—No habrá nada de contacto entre nosotros hasta nuevo aviso —anunció Carmine en cuanto entraron al departamento.—¿Qué? ¿Por qué? —Te vi besándote con Arianna. ¿Te parece poco?—Fue ella quien me besó —dijo Giacomo, comenzando a acercarse a ella lentamente.—No me importa. Debiste ale
Giacomo le hizo un gesto de agradecimiento al mesero cuando dejó su café sobre la mesa. En cuanto el hombre se marchó, dirigió su mirada hacia el hombre sentando frente a él y lo evaluó en silencio.La última vez que había visto a Roberto fue el día que firmó los papeles del divorcio. Él estaba esperando a Arianna afuera de la sala de conciliación. Giacomo apenas le había dedicado un vistazo fugaz porque era demasiado doloroso ver a su ex esposa con él.Hasta hace unos meses, Giacomo no habría sido capaz de sentarse frente a Roberto sin sentir cómo la furia lo consumía, alimentando el impulso de golpearlo. Sin embargo, las cosas habían cambiado desde entonces y había dejado su ira atrás junto con los sentimientos que alguna vez tuvo por Arianna.—No esperaba tu llamada —dijo Roberto, esbozando una leve sonrisa.—Y yo no creí que tuvieras el valor de mostrar la cara.—De hecho, debo admitir que quería reunirme contigo desde hace algún tiempo.Giacomo lo miró extrañado.—¿Es que acaso q
Carmine sonrió, divertida, mientras Giacomo le cubría los ojos con una venda. No entendía a qué se debía tanto misterio, pero Giacomo se veía demasiado entusiasmado, así que decidió dejarse contagiar por su emoción y seguirle el juego.—¿Es realmente todo esto necesario? —preguntó.—Sí —replicó Giacomo, de inmediato—. ¿Puedes ver algo?—No.—¿Segura?—Muy segura. Ahora, más vale que te des prisa antes de que me aburra. Sabes que no he sido la persona más paciente en las últimas semanas. Giacomo le dio un beso en la punta de la nariz.—Lo sé, tesoro.—No se supone que me des la razón con eso —dijo cruzándose de brazos y frunciendo el ceño.Giacomo soltó una carcajada, un sonido ronco y profundo que le provocó un ligero estremecimiento. Últimamente, su libido estaba por las nubes, y deseaba a Giacomo en todo momento, sin importar el lugar o la hora. Giacomo siempre la recibía con los brazos abiertos, lo cual era un bálsamo para su autoestima, en especial ahora que su cuerpo había sufri
El sonido del intercomunicador rompió el silencio del departamento. Giacomo y Carmine estaban en el sofá viendo una película, aunque él apenas prestaba atención. Sus ojos estaban fijos en Carmine, absortos en cada pequeño gesto que ella hacía.Ella descansaba, con la cabeza apoyada sobre sus piernas, mientras él deslizaba distraídamente una mano por su cabello. Después de la sorpresa que había preparado más temprano, habían almorzado entre besos robados y una conversación amena, para luego acomodarse en la sala.Eran momentos sencillos como aquellos los que fortalecían su vínculo y Giacomo nunca se aburría de pasar tiempo con Carmine.—Iré yo —anunció Giacomo mientras se levantaba, moviendo la cabeza de Carmine a un lado con cuidado.Dejó un beso en la frente de Carmine, luego se dirigió hacia el intercomunicador y, al llegar, presionó el botón para responder.—Buenas tardes.La respuesta del otro lado fue inmediata.—Señor, buenas tardes —dijo el guardia—. Hay un hombre aquí que soli
—Así que… ¿a qué debemos el honor de tu visita? —preguntó Carmine, luego de acomodarse junto a Giacomo en el sofá. Colocó una mano sobre su pierna en un gesto que esperaba le transmitiera calma. Él aun parecía que iba a saltar sobre Fantino a la mínima provocación.—Mi hijo sabe perfectamente por qué estoy aquí. Es un asunto de familia y preferiría que nos dejarás a solas para tratar de él —respondió Fantino, cruzando las piernas con una mueca de desdén.Carmine esbozó una sonrisa angelical.—Oh, entonces con más razón debo quedarme. Considero a Giacomo mi familia y me interesa todo lo que o involucra.La expresión burlona de Fantino se desdibujó, mientras su rostro se llenaba de pura molestia.—Hijo, será mejor que le digas a tu mujercita que se retire. Soy un hombre muy comprensivo, pero mi paciencia tiene un límite.Carmine soltó una carcajada, causando que Fantino luciera aun más disgustado, casi parecía echar humo por las orejas. —Será mejor que comience a decir lo que quiere —
Giacomo hablaba en serio cuando afirmó que había tenido suficiente de su padre. Estaba harto de que él irrumpiera en su vida exigiendo dinero como si hubiera hecho algo para merecerlo. No le había bastado con dañarlo a él y a su madre en el pasado, sino que parecía empeñado en arruinar lo que había logrado.Necesitaba sacarlo de su vida de una vez por todas, pero sabía que no sería tan fácil deshacerse de él, especialmente después de la amenaza que había antes de marcharse. Conocía lo suficiente a su padre para saber que nunca lanzaba amenazas en vano y necesitaba tener cuidado. Si solo se tratara de él, quizás no le habría dado tanta importancia, pero también estaba en juego la seguridad de Carmine y la de su madre. No iba a dejar que nada les sucediera.Volvió la mirada hacia Carmine, que dormía plácidamente a su lado. La habitación estaba envuelta en penumbra, pero la tenue luz que se filtraba a través de las cortinas le permitió ver apreciar sus rasgos. Su respiración era tranquil
Giacomo miró la casa de su padre a través de la ventanilla del auto. Era la primera vez que estaba allí y habría preferido nunca ir.Su padre había comprado aquella casa poco después de la primera vez que le pidió dinero. No era necesario ser un adivino para saber que era su dinero el que la había comprado.Entre todas las decisiones de su padre, comprar una casa, quizás, había sido la más inteligente, al menos antes de hipotecarla para obtener más dinero. Aunque no estaban en la mejor zona de la ciudad, tampoco era de los barrios más pobres o peligrosos. Además, por la apariencia exterior de la casa, era bastante decente.—Supongo que tu dinero compró esto —comentó Sebastian con su característico tono burlón.Durante el viaje, Giacomo había dado un resumen sobre la situación con su padre. No le enorgulleció aceptar que prácticamente estaba manteniendo a su padre después de la infancia de m****a que le había dado. Sin embargo, cuando terminó, descubrió que no se había sentido tan averg
Carmine sonrió al ver a Giacomo y se puso de pie para recibirlo.—Llegas un poco temprano para el almuerzo —comentó, con una sonrisa, rodeando su escritorio.—Me moría de ganas por verte, así que decidí venir un poco antes. —Giacomo acunó su mejilla con la mano libre y le dio un suave beso en los labios.Carmine se aferró a su chaqueta con ambas manos, mientras profundizaba el beso. Le mordió el labio inferior y su lengua se deslizó contra la suya. Se separó cuando el aire comenzó a faltarle.—Nunca me canso de este tipo de recibimientos. No creo que haya muchas cosas que pudieran mejorarlo. Solo tú, completamente desnuda, sobre tu escritorio.—Bueno, no creo que mi secretaria o cualquiera de mis empleados apreciaría encontrar, por error, a su jefe en esas condiciones —bromeó.—No, definitivamente no.Los dos compartieron una sonrisa. Carmine se sintió aliviada al ver Giacomo parecía más relajado. Esa misma mañana, él aún parecía tenso por la visita de Fantino. Eso le había hecho pens