Carmine sonrió, divertida, mientras Giacomo le cubría los ojos con una venda. No entendía a qué se debía tanto misterio, pero Giacomo se veía demasiado entusiasmado, así que decidió dejarse contagiar por su emoción y seguirle el juego.—¿Es realmente todo esto necesario? —preguntó.—Sí —replicó Giacomo, de inmediato—. ¿Puedes ver algo?—No.—¿Segura?—Muy segura. Ahora, más vale que te des prisa antes de que me aburra. Sabes que no he sido la persona más paciente en las últimas semanas. Giacomo le dio un beso en la punta de la nariz.—Lo sé, tesoro.—No se supone que me des la razón con eso —dijo cruzándose de brazos y frunciendo el ceño.Giacomo soltó una carcajada, un sonido ronco y profundo que le provocó un ligero estremecimiento. Últimamente, su libido estaba por las nubes, y deseaba a Giacomo en todo momento, sin importar el lugar o la hora. Giacomo siempre la recibía con los brazos abiertos, lo cual era un bálsamo para su autoestima, en especial ahora que su cuerpo había sufri
El sonido del intercomunicador rompió el silencio del departamento. Giacomo y Carmine estaban en el sofá viendo una película, aunque él apenas prestaba atención. Sus ojos estaban fijos en Carmine, absortos en cada pequeño gesto que ella hacía.Ella descansaba, con la cabeza apoyada sobre sus piernas, mientras él deslizaba distraídamente una mano por su cabello. Después de la sorpresa que había preparado más temprano, habían almorzado entre besos robados y una conversación amena, para luego acomodarse en la sala.Eran momentos sencillos como aquellos los que fortalecían su vínculo y Giacomo nunca se aburría de pasar tiempo con Carmine.—Iré yo —anunció Giacomo mientras se levantaba, moviendo la cabeza de Carmine a un lado con cuidado.Dejó un beso en la frente de Carmine, luego se dirigió hacia el intercomunicador y, al llegar, presionó el botón para responder.—Buenas tardes.La respuesta del otro lado fue inmediata.—Señor, buenas tardes —dijo el guardia—. Hay un hombre aquí que soli
—Así que… ¿a qué debemos el honor de tu visita? —preguntó Carmine, luego de acomodarse junto a Giacomo en el sofá. Colocó una mano sobre su pierna en un gesto que esperaba le transmitiera calma. Él aun parecía que iba a saltar sobre Fantino a la mínima provocación.—Mi hijo sabe perfectamente por qué estoy aquí. Es un asunto de familia y preferiría que nos dejarás a solas para tratar de él —respondió Fantino, cruzando las piernas con una mueca de desdén.Carmine esbozó una sonrisa angelical.—Oh, entonces con más razón debo quedarme. Considero a Giacomo mi familia y me interesa todo lo que o involucra.La expresión burlona de Fantino se desdibujó, mientras su rostro se llenaba de pura molestia.—Hijo, será mejor que le digas a tu mujercita que se retire. Soy un hombre muy comprensivo, pero mi paciencia tiene un límite.Carmine soltó una carcajada, causando que Fantino luciera aun más disgustado, casi parecía echar humo por las orejas. —Será mejor que comience a decir lo que quiere —
Giacomo hablaba en serio cuando afirmó que había tenido suficiente de su padre. Estaba harto de que él irrumpiera en su vida exigiendo dinero como si hubiera hecho algo para merecerlo. No le había bastado con dañarlo a él y a su madre en el pasado, sino que parecía empeñado en arruinar lo que había logrado.Necesitaba sacarlo de su vida de una vez por todas, pero sabía que no sería tan fácil deshacerse de él, especialmente después de la amenaza que había antes de marcharse. Conocía lo suficiente a su padre para saber que nunca lanzaba amenazas en vano y necesitaba tener cuidado. Si solo se tratara de él, quizás no le habría dado tanta importancia, pero también estaba en juego la seguridad de Carmine y la de su madre. No iba a dejar que nada les sucediera.Volvió la mirada hacia Carmine, que dormía plácidamente a su lado. La habitación estaba envuelta en penumbra, pero la tenue luz que se filtraba a través de las cortinas le permitió ver apreciar sus rasgos. Su respiración era tranquil
Giacomo miró la casa de su padre a través de la ventanilla del auto. Era la primera vez que estaba allí y habría preferido nunca ir.Su padre había comprado aquella casa poco después de la primera vez que le pidió dinero. No era necesario ser un adivino para saber que era su dinero el que la había comprado.Entre todas las decisiones de su padre, comprar una casa, quizás, había sido la más inteligente, al menos antes de hipotecarla para obtener más dinero. Aunque no estaban en la mejor zona de la ciudad, tampoco era de los barrios más pobres o peligrosos. Además, por la apariencia exterior de la casa, era bastante decente.—Supongo que tu dinero compró esto —comentó Sebastian con su característico tono burlón.Durante el viaje, Giacomo había dado un resumen sobre la situación con su padre. No le enorgulleció aceptar que prácticamente estaba manteniendo a su padre después de la infancia de m****a que le había dado. Sin embargo, cuando terminó, descubrió que no se había sentido tan averg
Carmine sonrió al ver a Giacomo y se puso de pie para recibirlo.—Llegas un poco temprano para el almuerzo —comentó, con una sonrisa, rodeando su escritorio.—Me moría de ganas por verte, así que decidí venir un poco antes. —Giacomo acunó su mejilla con la mano libre y le dio un suave beso en los labios.Carmine se aferró a su chaqueta con ambas manos, mientras profundizaba el beso. Le mordió el labio inferior y su lengua se deslizó contra la suya. Se separó cuando el aire comenzó a faltarle.—Nunca me canso de este tipo de recibimientos. No creo que haya muchas cosas que pudieran mejorarlo. Solo tú, completamente desnuda, sobre tu escritorio.—Bueno, no creo que mi secretaria o cualquiera de mis empleados apreciaría encontrar, por error, a su jefe en esas condiciones —bromeó.—No, definitivamente no.Los dos compartieron una sonrisa. Carmine se sintió aliviada al ver Giacomo parecía más relajado. Esa misma mañana, él aún parecía tenso por la visita de Fantino. Eso le había hecho pens
Giacomo se sorprendió al ver el nombre de Roberto en el identificador de llamadas, pero de todas formas contestó.—¿Roberto?—Giacomo —lo saludó él—. Debe ser extraño que me ponga en contacto contigo.—Un poco. ¿Qué sucedió?—Estuve investigando a Arianna desde nuestra última reunión. Descubrí que tenías razón, ella no ha sido muy honesta conmigo.—Te enteraste que no solo no es huérfana, sino que tiene unos padres que parecen bastante decentes.—¿Lo sabías?—Así es.Roberto soltó un suspiró.—Nos trató como a un par de imbéciles —dijo el hombre con voz dura—. Como sea, llamaba para informarte que la confronté y ella…—Déjame adivinar lo negó.—Sí, pero no supo que decir cuando le mostré las pruebas. Inventó una nueva historia en la que su familia no era lo que parecía. Al parecer, ellos la maltrataban y la hacían a un lado. Sobre la denuncia que quería sentar en mi contra dijo que se trataba de un malentendido. —Roberto soltó un bufido—. Como si fuera a caer en sus mentiras otra vez.
Giacomo le tendió la mano a Damiano. A diferencia del incómodo almuerzo que habían compartido un tiempo atrás, en esa ocasión la cena había fluido de manera amena. Debía de admitir que Damiano no era un completo idiota cuando no estaba coqueteando con Carmine.—Hasta pronto —se despidió Damiano y se dio la vuelta.Durante unos segundos, Giacomo lo observó marcharse y luego regresó al interior del departamento. Se dirigió directo a la habitación principal, apagando las luces en el camino. Al llegar, se detuvo en el umbral de la puerta y una sonrisa se extendió por su rostro. Carmine estaba de espaldas a él, batallando para alcanzar el cierre de su vestido.—¿Necesitas ayuda con eso? —ofreció.—Sí, por favor —dijo Carmine, mirándolo sobre el hombro con el ceño fruncido, claramente frustrada—. Cuanto más crece mi vientre, más parece que pierdo la habilidad de moverme con normalidad. Pronto no seré capaz de hacer nada.—Es una suerte que me tengas a mí —dijo, mientras apartaba el cabello