Las palabras de don Lorenzo, aunque duras, resonaron como un llamado inspirador en el corazón de muchos profesionales presentes.Nadie esperaba que, a su avanzada edad, don Lorenzo aún buscara innovar y perfeccionar su técnica de perfumería. Esto hizo que muchos se sintieran avergonzados, especialmente aquellos que, habiendo alcanzado cierto éxito, se conformaron y perdieron su espíritu creativo.—Y usted. —Don Lorenzo se giró para mirar al experto invitado:—Lo escuché alabar el trabajo de la concursante número diez, diciendo que su proceso fue un deleite. ¿Y ahora, por un simple cambio en el orden de los pasos, va a desechar completamente su juicio inicial?El experto, incapaz de levantar la cabeza, se sonrojó de vergüenza.—Entonces, si yo también uso el mismo método de inversión de pasos, ustedes, como miembros de la asociación, ¿van a tomar medidas contra mí aquí y ahora? —Don Lorenzo, de pie frente al micrófono, habló. Aunque no alzara la voz, sus palabras eran como truenos.—No,
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