—¡Sí, sí, por supuesto! —respondieron rápidamente los jueces.Tras una breve discusión, el presidente de la asociación anunció:—Se cancela la participación del competidor del Grupo Blanco, se anulan las puntuaciones otorgadas a Lucas por los jueces y, debido a los continuos intentos de sabotaje contra el Grupo López, se prohíbe la participación del Grupo Blanco en las próximas tres ediciones del concurso de perfumería, tal como solicitó la competidora del Grupo López.El anuncio desató una ronda de aplausos entre el público.Escoltado por los guardaespaldas, Lucas abandonó el recinto, completamente deprimido, mientras que el comité de investigación de la asociación lo esperaba para interrogarlo.Adriana consideró acercarse a hablar con don Lorenzo, pero al ver que otros profesionales de la industria lo rodeaban, decidió sonreír e irse a los camerinos.Como los medios no lograron entrevistar a don Lorenzo, casi todos fueron a los camerinos para hablar con Adriana.Ella había acaparado
Adriana subió al auto y se abrochó el cinturón de seguridad:—¿Cómo es que estabas de paso por aquí?—Casualmente estaba en una reunión cerca. Sé que asistirías a un evento tan importante como el concurso de perfumería, y he estado atento. Resulta que coincidió todo. —respondió Camilo con una sonrisa:—¿Te llevo a casa o a la oficina?—A ninguno de los dos quiero ir. —dijo Adriana.—Primero voy al centro de certificación a recoger unos documentos.—¿Qué documentos? —preguntó Camilo con aparente interés.—La primera producción de nuestra fragancia masculina ya está lista. Solo falta obtener los certificados de conformidad para comenzar las pruebas de mercado. —explicó Adriana.Hace un rato, mientras estaba en la sala de descanso, sus compañeros del departamento de perfumería mencionaron el tema en el chat grupal. Al enterarse de que el centro de certificación estaba cerca del lugar del concurso, Adriana decidió recogerlos ella misma para evitar que alguien más tuviera que hacer el viaje
El conductor, sin atreverse a decir más, giró el auto y lo llevó de vuelta hacia donde estaba Adriana, deteniéndose lentamente junto a ella.Antes de que el auto parara por completo, José ya había abierto la puerta y salió rápidamente, corriendo hacia ella:—¿Qué te sucede?Adriana, aún mareada, pensó que probablemente se debía a la falta de comida y que le faltaba azúcar. Sin fuerzas para hablar, simplemente levantó la mano para tranquilizarlo.José se inclinó y la alzó en brazos para meterla en el auto.—¿No dijiste que no me ibas a dejar subir? —dijo ella, alzando las cejas mientras lo miraba.—¡Estás así y todavía sigues discutiendo! —respondió José, irritado.Adriana hizo un puchero, sin comentar que, hace un momento, fue él quien comenzó la discusión.—¡Vámonos al hospital! —ordenó él.—No. —dijo ella, con un tono bajo pero firme.Viendo que él estaba a punto de enfadarse, agregó rápidamente:—La casa está muy cerca. No nos compliquemos. Solo no he comido en todo el día y tengo h
Al otro lado de la línea estaba don Lorenzo, hablando con un tono molesto.—Sí, pero tú tienes mi número, y yo no tengo el tuyo. Pensé que ya te habías olvidado y que no querías que te devolviera el favor. —respondió Adriana con una sonrisa.—Soy alguien que gusta de llevar las cuentas muy claras. ¡Jamás olvido lo que me deben! —dijo don Lorenzo rápidamente:—Recoge tus cosas. Te paso la dirección. Ven a mi estudio de inmediato.—¿De inmediato? —Adriana respondió, sorprendida.—¿Qué tiene eso de malo? —preguntó Don Lorenzo, descontento:—La gente de Costa Sol es demasiado relajada. Me han entretenido hasta esta hora, y mañana ya me voy. ¿Es que no piensas cumplir tu promesa?—De acuerdo, pásame la dirección. Voy ahora mismo. —Adriana respondió con determinación.Tras colgar, Adriana levantó su celular y, disculpándose, le dijo a José: —Tengo que salir. Está algo lejos, así que probablemente regrese muy tarde. No me esperes.Mientras hablaba, empezó a prepararse para salir, pero cuando
—¿Cómo es semejante cosa posible? —Adriana estaba desconcertada.—No lo sabemos. Los usuarios que lo reportaron no son ni uno ni dos. Esto está causando un gran revuelo. Ahora mismo, el departamento de relaciones públicas está trabajando junto con una agencia externa para buscar soluciones. —respondió su asistente.Mientras hablaban, el teléfono de Julia también comenzó a sonar. Adriana, pensativa, dio instrucciones a su asistente:—Primero vayan al departamento de control de calidad y pidan que realicen una prueba urgente de los lotes de fragancias que lanzamos. Debemos confirmar si realmente hay algún problema.—Pero, señorita Adriana, ya revisamos todo varias veces. ¿No fue aprobado también por el centro de certificación? —preguntó la asistente, confundida.—No importa. Si alguien dice que hay un problema, es nuestra responsabilidad revisarlo de nuevo. Si realmente es culpa nuestra, pediremos disculpas y haremos las compensaciones necesarias. —Adriana finalizó la llamada y contestó
—En su momento, escuché a mi padre decir que el padre de Adriana logró en muy poco tiempo llevar al Grupo López a convertirse en un gigante de la perfumería, cuando el mercado estaba en su peor momento. En la industria siempre se rumoreó que lo logró gracias a su excepcional sentido del olfato y su talento para crear fragancias. —recordó Lucas.—Pero, señor, usted mismo dijo que solo eran rumores. —respondió el asistente, intentando descifrar qué quería decir Lucas.Lucas acarició su bigote, pensativo:—¿Rumores? Todo rumor tiene un origen. Envía a más gente para investigar esto a fondo. Quiero respuestas.—¡Sí, señor! —respondió el asistente.Mientras tanto, antes de que Adriana llegara a Grupo López, más expertos comenzaron a cuestionar los certificados publicados por la empresa. Señalaron que las pruebas publicadas eran únicamente internas y que no incluían el certificado del centro de certificación, lo cual, según ellos, restaba credibilidad a las aclaraciones.De inmediato, la mar
Adriana levantó la cabeza, sorprendida, y vio el cuello de José. Él la envolvía con su abrigo, como si fuera su escudo y armadura.Detrás de ellos, los subordinados y guardaespaldas de José controlaron rápidamente a los que la rodeaban. Uno de ellos se acercó y preguntó:—Señor, ¿qué hacemos con estas personas?—Llévenlos y averigüen quién está detrás de esto. —ordenó José sin voltearse.—¡Sí, señor! —respondieron al unísono.En un instante, todo quedó en silencio.Adriana se apartó de él y vio que su espalda estaba completamente empapada, y el agua goteaba de su abrigo.—¿Estás bien? —quería decir muchas cosas, pero al final solo pronunció una pregunta.—¿Por qué estaría mal? Solo necesito cambiarme de ropa. —respondió José con indiferencia.—Sube. Te llevaré al ascensor. —añadió.—De acuerdo. —Adriana asintió.José la acompañó hasta el ascensor. Al llegar a su oficina, ya la esperaban sus asistentes en la puerta. Adriana observó a los presentes y pensó para sí misma: aunque el depart
Una de las empleadas tomó nerviosa su teléfono, lo encendió y se lo entregó a Adriana, con cuidado, como si estuviera ante la policía:—Señora López, es que durante la última vez que coordiné los anuncios con Valeria, añadí su contacto...Todos sabían que la última vez que Adriana grabó un anuncio, tuvo un gran desacuerdo con Valeria, y tenían miedo de haber ofendido a su jefa.Sin embargo, Adriana no pareció prestarle atención a eso, sus ojos estaban fijos en el teléfono. En la pantalla, la última actualización de Valeria decía: Otra larga noche salvada por una mascarilla….En los comentarios, Camilo mostraba su preocupación:—Intenta dormir un poco, cuida tu salud.Ese tonito…Daba la impresión de que ellos no solo eran conocidos.Adriana parpadeó y de pronto recordó algo. La última vez que estuvo en el auto de Camilo, cuando sonó su celular, en la pantalla aparecía un contacto llamado Valeria.¿Valeria?—Muchas gracias.Adriana apagó la pantalla del celular y se lo devolvió a la com