Ambos subieron al auto en completo silencio. El ambiente estaba cargado de tensión, y aunque Leonardo intentó iniciar una conversación, Isabella no le dirigió la palabra. Sus pensamientos eran un torbellino, y lo único que podía hacer era mirar hacia afuera, evitando cualquier contacto visual con él. Estaba molesta, frustrada, y aunque sabía que sus sentimientos estaban tomando el control, no podía callar lo que sentía.El auto llegó al apartamento, y al estacionarse, Leonardo se bajó rápidamente. Isabella lo siguió, pero sin apresurarse, como si tratara de poner distancia en cada paso. Entraron en el apartamento, y la incomodidad era palpable.Isabella caminó directamente a la cocina, sin decir una palabra. Abrió una alacena y vio una botella de whisky que había quedado del día anterior. Sin pensarlo, la tomó con fuerza, y con un gesto de desesperación, abrió la botella. La miró por un momento, como si estuviera esperando que el alcohol pudiera adormecer sus pensamientos. Con una det
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