Ámbar.—Ámbar, ¿imaginas poder viajar en uno de esos jets de la NASA?—Adrián, los jets no son de la NASA, tontito.—¿Pero tienen? —cuestionaba, con un brillo iluso en los ojos.—Claro que sí.—¿Y crees que algún día pudiéramos montar uno y arrearlo?—Adrián… —Hice que me mirase mientras detenía mi carrito con las cosas que habíamos conseguido después de todo un día—. Primero, los jets no son mulas, bueyes o burros, y segundo, a veces luces mucho más bonito con la boca cerrada.—¿Entonces cómo funcionan los jets? ¿No llevan animales dentro?—Ay Adrián … —bufé cansada—. ¿Tienes hambre?—No mucho, ¿y tú?—Tampoco… —mentí—. Bien, entonces vamos a dejar el día hasta ahora, a casa pequeño raspicuí.—¡Ámbar! —se ofendió, como siempre, y sacó unos zapatos usados que llevábamos en el carrito y los tiró en mi cabeza, haciendo que yo comenzara a perseguirlo con el carrito mientras ambos reíamos, entre todo, felices.El recuerdo efímero con Adrián me hace tomar otro trago de ponche. Con esta beb
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