El alcohol llega a mis fosas nasales al igual que la luz a mis ojos los cuales arden de forma sorprendentemente mala; y por más que los froto solo me hacen volverlos a cerrar en busca de protegerme de la luz.—¡Ámbar! —digo poniéndome de pie, pero soy sentado de nuevo en algún sitio mientras me colocan algo sobre los ojos; unos lentes oscuros, con los cuales no me molesta tanto la luz—. ¿En dónde está mi esposa?—Está en la sala de espera, señor Baker, tranquilícese… —Reconozco después de unos segundos que es el doctor Sullivan, con el que siempre me he visto, así que asiento—. ¿Ha comido bien estos días?—Sí. He tomado mucha agua esta última semana, he comido bien, he dormido bien. Sabía que necesitaba darme un descanso y lo hice, hasta hoy.—Lo comprendo, pero algo detonó su estrés prolongado, Senador Baker, y le causó un shock preocupante hasta desmayarse. Dígame algo ¿ha tomado un medicamento que no le haya recetado últimamente?—No… —Sacudo la cabeza—. Jamás me auto-medicaría con
Ámbar.—Ámbar, ¿imaginas poder viajar en uno de esos jets de la NASA?—Adrián, los jets no son de la NASA, tontito.—¿Pero tienen? —cuestionaba, con un brillo iluso en los ojos.—Claro que sí.—¿Y crees que algún día pudiéramos montar uno y arrearlo?—Adrián… —Hice que me mirase mientras detenía mi carrito con las cosas que habíamos conseguido después de todo un día—. Primero, los jets no son mulas, bueyes o burros, y segundo, a veces luces mucho más bonito con la boca cerrada.—¿Entonces cómo funcionan los jets? ¿No llevan animales dentro?—Ay Adrián … —bufé cansada—. ¿Tienes hambre?—No mucho, ¿y tú?—Tampoco… —mentí—. Bien, entonces vamos a dejar el día hasta ahora, a casa pequeño raspicuí.—¡Ámbar! —se ofendió, como siempre, y sacó unos zapatos usados que llevábamos en el carrito y los tiró en mi cabeza, haciendo que yo comenzara a perseguirlo con el carrito mientras ambos reíamos, entre todo, felices.El recuerdo efímero con Adrián me hace tomar otro trago de ponche. Con esta beb
Ámbar.Soy muda desde mucho antes de que me subiera al auto, porque noto en su forma de actuar y ojos grises azulados que no se encuentra bien, que luce molesto e irritado. Esa es la forma en la que llegó a casa esta tarde después de ver a su padre, o eso creo, mientras yo me estaba consumiendo por dentro en casa por las memorias que recién había construido junto a otro hombre.—¿No vas a preguntar qué pasó?La pregunta de mi esposo me hace entreabrir la boca, y sacudo un poco la cabeza, confundida y algo nerviosa por la forma en la que conduce.—¿Quieres que te lo pregunte? —le digo.—Quieren exhibirte, Ámbar.—¿Ah?—Ellos quieren que pases más tiempo con otras personas, que sirvas a la comunidad, que trabajes, que te separes de mí, que no luzcas como si fueses solo mi sombra —lo dice de forma molesta, como si ello realmente no le gustara.Y yo solo no puedo… no puedo entender o saber qué es lo que debo decir.—¿Por qué…?—Si eres la esposa del presidente no puedes tener una vida pr
Ian.—¡Cuidado con el…!El sonido que produce el exprimidor contra la cerámica me hace cerrar los ojos al mismo tiempo en que me siento apenado.Si cada que en esta casa se rompe algo es porque necesitamos liberar tensiones. Creo que nos vamos a quedar con la casa vacía.Ronetta tiene la mala costumbre de no guardar los electrodomésticos en un lugar seguro y a mí me gusta sentarme en la isla y los mesones de la cocina mientras la veo cocinar junto a Lizzie, nuestra cocinera.—Ya compro otro, ya —digo, saltando desde la isla al suelo para recoger el exprimidor hecho trizas.—Ian, por favor, ten un poco más de cuidado por el amor de Dios. No puedes estar sentándote en todos lados, busca una silla.—Pero Ronetta… —Alzo mi vista cuando echo todo el desastre en la basura, y ella me ve con una sonrisa cual mamá incapaz de regañar a su hijo—. No te molestes ¿sí?—Por eso es que Darwin nunca te quiere en su casa. Duras un día allá y haces desastre.Guardo silencio, porque el recuerdo de la co
Ámbar.¿Esto está ocurriendo de verdad?—¡Cámaras, listos…! ¡Acción!—…Por eso usa Cousafe, la píldora que te protege.—¡Corte!—Bien hecho señora de Baker.Suelto el aire que tenía contenido y aún no puedo dejar de sonreír. Antes tenía miedo de ello pero ahora que todo ha surgido tan natural desde mi ser, me siento orgullosa.—¡Todo eso es mío! —escucho a Darwin gritar mientras se acerca, y mi sonrisa se transforma en una mueca que intento esconder—. Mi cielo, ven acá.Se ha vuelto tan insoportablemente celoso. Todos lo notan ahora.Han pasado solo dos semanas desde que tuvimos aquella charla. Y el día siguiente de eso, a nuestra casa llegaron asesoras de imagen, asesoras de oratoria, lenguaje corporal, un guardaespaldas para mí, asesoras de marketing y patrocinadoras de marcas reconocidas de nuestra nación, claro, después de que pasaran por su ojo crítico.Todas mujeres a excepción del guardaespaldas, órdenes de Darwin.—Todos quieren saber quién eres, sonríe, con eso bastará —me d
—Amor, ¿sucede algo? —me pregunta Darwin.Sacudo la cabeza, sintiéndome un poco irritada con su presencia. Y aunque me siento también un poco cruel porque no ha pasado mucho tiempo desde que entró en shock por alguna razón que no me quiso decir, ha estado encima todo el tiempo durante las promociones, fotos y hasta en un podcast de servicio comunitario que hice hace dos horas; en donde pude expresar un poco de cómo fue entrar a un mundo que no conocía, y en donde por supuesto solo respondí mentiras. Ahora me pregunto si Darwin quiere cuidarme o cuidar que otras mujeres vayan por ahí cruzándose en mi camino para decirme: “terminaré mi relación con tu marido lo más pronto posible”.Tengo que admitirlo, no esperaba que esto me hiciese sentir como me hace sentir. Mucho menos después de que otro hombre ocupe la mayor parte de mis pensamientos, junto a su cara de decepción y dolor por haberle mostrado esto: el papel que cumplo al lado de Darwin.—Te estoy preguntando qué sucede —insiste m
Elian. —No me gusta que tomes eso, hermanito… Sacudo mi cabeza saliendo del sueño profundo y terrorífico que he tenido. Mi garganta arde al igual que mis ojos. Siento a Kai a mi lado moviéndose y después de acariciarla, sin aun moverme realmente de la cama, exhalo para luego extender mi mano hasta la mesa y tomar mi teléfono. 5:30am. Me siento en la cama sabiendo que será imposible dormir otra vez y en cuanto bostezo, aun con el sueño palpitando en mi pecho de forma dolorosa, me froto la cara con las manos. Huelo a alcohol, mucho, quizás demasiado. Pasó el fin de semana y es lunes específicamente. Anoche y antenoche aproveché de beber todo lo que no había podido durante la semana. Los recuerdos me persiguen y jamás dejaran de hacerlo. Y a todo mi sufrimiento se ha unido una razón más; mucho más dolorosa porque está presente. Me ha removido algo más que el alma y me ha hecho trizas poco a poco sintiendo que, he sido demasiado estúpido para dejarme encantar tan pronto. Por una
Elian.Boom, boom, boom.—¡Davis, ven acá!Mis pasos resuenan por lo pesados que son, al igual que los latidos fuertes de mi corazón.Boom, boom, boom.Me abro paso en las puertas que me dejan ver la sala ya organizada y los ojos expresivos de Ámbar se encuentran de inmediato con los míos.Boom, pum, boom, pum pum…De nuevo dos corazones.Veo cómo a Ámbar se le corta la respiración hasta ponerse tan pálida como un papel.—¿Qué desean ordenar? —Me quedo inmóvil sosteniendo con fuerza mi libreta mientras escucho a la lejanía hablarme de platos que espero estar anotando bien, sin poder quitarle la vista de encima a Ámbar, la cual tiene la mirada clavada en su menú—. ¿Algo más?Ámbar ve fijamente a una chica morena que está a su frente, sus cachetes se vuelven algo rosados, y la chica la mira con confusión, al igual que, al que ya conozco, es Ian Baker.—Yo… —carraspea su garganta mirando hacia un lado disimuladamente, y por un momento se me sube el corazón a la garganta por pensar que su