46. Pesadilla
Aisling, esta vez, decidió no esperarlo. No iba a caer en la misma rutina, así que terminó de cenar y se retiró a su habitación, preparándose para descansar.Se metió en la cama y cerró los ojos, aferrándose a la vana esperanza de conciliar el sueño. Sin embargo, su mente no dejaba de preguntarse dónde estaría Alaric. Si apenas habían llegado, ¿tenía que irse tan pronto a trabajar? La noche ya había caído, y como en la isla, él no regresaba.Poco después, se quedó dormida acariciando suavemente el dije de mariposa que colgaba de su cuello. Lo que debía ser un sueño reparador se convirtió en una pesadilla: se veía a sí misma llorando con amargura, sin entender la razón, pero sintiendo un dolor profundo mezclado con odio. Esa tormenta de emociones la hizo despertar de golpe, con un jadeo, mientras el sudor perlaba su frente.Se incorporó rápidamente, respirando entrecortada. Pasó las manos por su rostro, y al intentar encender la lámpara de la mesita de noche, un grito ahogado escapó de
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