Amanda Me levanto de mi asiento y lo abrazo, por suerte esta cerca y no me tuve que mover mucho. Reparto besos por su rostro y ambos reímos, lo amo, lo amo, es el hombre de los sueños de toda mujer. Comprensivo, atento, cariñoso, amable, lindo, guapo, y sobre muchas otras cosas, excelente amante. Oh si, mi cabecita ya tiene las mil y un formas de compensar todo lo que está haciendo, lo vamos a gozar a lo grande. Me disculpo con los chicos y le pido a Dom, que me lleve a la recamara qué me fue asignada, de inmediato se coloca en pie y me levanta cual princesa. A pesar de haber dormido tanto, aún me siento cansada, así que lo mejor será recuperar energía, nos espera una larga, muy larga faena. Por lo menos, antes de que hable con el delicioso italiano, ya sé, ya sé, el que vea el menú, no significa que tengo hambre, solo que pues los ojos son para ver. Pero para ser sincera, mi Dios del inframundo, no le pide nada al italiano, Dom, es algo... No se ni como describirlo, pero es
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