—En nada, solo fuiste una buena amiga y ella no supo valorar esa amistad —escucho la voz de mi novio a mis espaldas. —¿Qué? —en que momento. —Estabas pensando en voz alta, creo, pensé que me hablabas a mi, por eso te contesté. Me quedo sin palabras, creo que debo poner más atención a mis pensamientos, la próxima capaz me descubre cuando me lo ando sabroseando. —Lo siento, es que recuerdo tantas cosas que vivimos juntas, aún no me creo que haya cambiado tanto. —Tal vez siempre fue así, no sé, ella nunca me ha gustado.—¿Crees? —me sorprendo.—La verdad si, recuerda que desde que la empezaste a llevar a casa de tus padres, te dije que ella no me daba buenas vibras —me refresca la memoria. —Ni que fuera bruja —aun la defiendo. —Pues si parece —me responde serio. Nos quedamos viendo un par de segundos, para después botarnos de la risa. —Ja, ja, ja, ja, ja, eres terrible ja, ja, ja, ja, ja, hay mi panza. Ya no aguanto más, hasta pequeñas lágrimas salen de mis ojos, parecemos los
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