Amanda Me levanto de mi asiento y lo abrazo, por suerte esta cerca y no me tuve que mover mucho. Reparto besos por su rostro y ambos reímos, lo amo, lo amo, es el hombre de los sueños de toda mujer. Comprensivo, atento, cariñoso, amable, lindo, guapo, y sobre muchas otras cosas, excelente amante. Oh si, mi cabecita ya tiene las mil y un formas de compensar todo lo que está haciendo, lo vamos a gozar a lo grande. Me disculpo con los chicos y le pido a Dom, que me lleve a la recamara qué me fue asignada, de inmediato se coloca en pie y me levanta cual princesa. A pesar de haber dormido tanto, aún me siento cansada, así que lo mejor será recuperar energía, nos espera una larga, muy larga faena. Por lo menos, antes de que hable con el delicioso italiano, ya sé, ya sé, el que vea el menú, no significa que tengo hambre, solo que pues los ojos son para ver. Pero para ser sincera, mi Dios del inframundo, no le pide nada al italiano, Dom, es algo... No se ni como describirlo, pero es
A la mañana siguiente.Despierto de lo más tranquila, estiró mi cuerpo sobre la cama, verificando que ya no me duele tanto moverme. Abro los ojos y Dom, ya no está conmigo, me extraña eso, sin embargo, no le presto demasiada atención. Hay un conjunto deportivo a lado mio, así que decido que es tiempo de una ducha, verifico mi olor, y por Dios, vaya que necesito el baño. Paso unos minutos bajo el agua, al salir, mi hermoso novio, ya me espera con el desayuno. Después de una hora aproximadamente, salimos y vamos directo a la oficina del italiano.—Buen día Amanda, bienvenida, tomen asiento, ya tenemos todo lo que necesitamos. —Gracias, y dime ¿De que se trata? —pregunto,realmente interesada. —Pues bien, la gente que le hizo el préstamo, es gente mía. —responde el tatuado de los más tranquilo. —No es verdad, esto no podía salir mejor Enserio que no puedo creer mi suerte, al final del camino, Josh, no supo ni donde se fue a meter.Y ahora que lo pienso ¿Quien es este señor? Porque
Amanda La cara de Leila, es un poema, no puede creer lo que está escuchando, creo que la acabo de bajar de su nube. —Mientes, mientes —se acerca a mi demasiado rápido, pero logro esquivarla. —No tengo porque hacerlo, preguntale, a ver si es tan ruin de mentirte en la cara, a ti, que has dado todo por él. Anda Josh, dile la verdad a la pobre. Se detiene en seco y dirige su vista a Josh, quien está parado con los brazos cruzados. —Josh, di algo. Dile a esta en su cara que... —la interrumpe el infeliz. —Basta las dos, por Dios. Leila, lo mejor será que te vayas, debo aclarar unas cosas con Amanda —lo sabía, poco hombre sin... Ash. —No puedes hacerme esto, la que se tiene que ir es ella, es solo una piedra en el zapato —réplica Leila, sin poder creer lo que escucha. Se abalanza nuevamente hacia mi, pero antes de que siquiera pueda dar un paso, Dom, la sostiene aparatandola. —No te atrevas a tocarla —habla en un tono demasiado frío, que heló todos mis huesos. —La mariposita
Leila, sigue con su drama y se aferra a una pierna de Pietro, la chica de lindas ondas, se acerca y la quita. —Suéltame, no se lo pueden llevar, no, Josh... Grita la mujer aun tirada en el piso, la verdad es que de pena, en fin, el show termina aquí. Salimos mientras Leila se sigue lamentando por la garrapata, y no nos ve,es mejor así. Aunque sé, es solo momentáneo, esta mujer no tiene ni un gramo de autoestima, pronto ira a buscarme y ahí sí, le diré sus cosas, para ella también tengo algo preparado. Mejor no lo comento, mi bello novio no me dejará hacerlo, si se entera, es capaz de amarrarme como aquella vez en el inframundo. De recordar ya me hice agua, y de todos lados, mejor que si se entere, así me gano una amarradita. —Mandy ¿Estas ahí? Regreso en mi al escuchar la voz de Dom, ya hemos subido a la camioneta y ni cuenta me había dado. —Disculpa, me quede pensando en varias cosas. —No voy a preguntar, hasta roja estás —se acerca a mi oido y susurra. Siento q
Amanda Quitando el sobresalto, me doy cuenta que la sustancia aun no hace efecto del todo. —A ma nd a —habla Josh, con súplica en sus ojos. Pensé que de alguna forma me arrepentiría, pero la verdad no, el se merece esto y más. Me pongo en cuclillas, lo veo a los ojos, repite mi nombre pero no siento ni un solo atisbo de lastima por él. —Creíste que todo lo que me has hecho, se iba a quedar así, que te dejaría ir tan fácil, pero esta vez no. ¿Sabes lo que es el miedo? ¿Lo has sentido alguna vez? No te esfuerces en responder, pero te diré varias cosas, la principal razón por la que hoy estás aquí, no es tu deuda —sus ojos se alteran, pero ya su cuerpo no se mueve —¿Qué se siente Josh? Estar así, sin poder moverte, deseando salir corriendo y no poder. Miedo ¿Cierto? Eso mismo pensé, estás a la expectativa de lo que sigue. Tranquilo ya pronto lo descubriremos. Uno de los chicos del italiano, llega con una cubeta de hierro, me entrega unos guantes gruesos. Giro y me encuent
—Creo que ha bajado el calor del momento. Que desconsiderada soy, debes tener frío ahora. Pero no te preocupes, aquí estamos preparados para todo. A la espalda de Josh, se encuentra una pequeña mesa con varios instrumentos, por decirlo de alguna forma. Jalo la mesa con ruedas, dejándola frente al hombre, nuevamente sus ojos brillan de pánico. —A ver dime ¿Con que sería bueno empezar? Ya sé, ya sé, una vez me dijiste que algo que no te gustaba, eran los choques eléctricos, creo que es una buena forma para que les pierdas el miedo, hay, pero no puedes sujetar las mancuernas, que triste. Pongo un dedo en mi barbilla y lo muevo, "pensando" en como hacer para que las sujete. —Ponlo en su pecho —grita Franco. —Sobre su ropa —ese es el italiano. —Cerca de su pequeño pen* —agrega Roman. Dom, solo se está partido de la risa, pero hace un esfuerzo y se levanta, acerca sus pasos a Josh. —Mejor le ayudamos a quitar su ropa mojada, no queremos causarle mucho daño. Y de un tirón
Dominic Después de todo el ajetreo de este par de días, pedimos que en lugar de llevarnos a la villa de los Banes, nos trajeran a casa. En realidad mi casa, pues Mandy, no quiere estar en su apartamento por ahora, es completamente entendíble. Llegamos hace cinco minutos y pedimos comida a domicilio, la señorita trae antojo de comida china. Y ojalá fueran antojos de embarazo, pero siempre que pasa por un momento de estrés, le da por comer como si nunca lo hubiera hecho. Por lo regular es comida china o mexicana. La pobre siempre finge estar bien, pero tiene ciertas conductas, que durante años, la han delatado. Al menos eso pasa conmigo, nos conocemos de tanto tiempo, que cada uno conoce el pesar del otro. En lo que llega la comida, ella se dedica a preparar alguna bebida rara, de esas que le gusta hacer. Más no me quejo, la verdad es que esa pequeña diabla, tiene manos mágicas, cualquier cosa le queda increíblemente deliciosa, ella en general es una delicia andando. Sí no se
De apoco alejo mis dedos de su interior y los llevo a mi boca para probarla, de todos los sabores del mundo, este es mi favorito. —Te extrañé tanto Dom. —Y yo a ti mi bella Perséfone. Entre besos y jadeos nos terminamos de despojarnos de nuestras ropas, estamos de pie frente a frente. Sus dedos se deslizan por mi abdomen llegando a la base de mi dureza, juega con ella, sube su mano y pasa su lengua en ella. La regresa a mi erección e inicia un masaje suave pero firme, cierro los ojos disfrutando de su delicado tacto, sus labios recorren mi pecho, haciendo que una fuerte ola de calor recorra mi espalda. Estoy a punto de derramar mi simiente en su mano, pero la detengo elevando su pequeño cuerpo entre mis brazos. Llegamos a la habitación, la que mande a acondicionar cuando me entere que Amanda es mi Perséfone. —Bienvenida al inframundo mi amor. Dejo que sus pies toquen la alfombra, es algo que le encanta, pies sus pies por lo regular están fríos. Explora un poco el lugar f