La alarma suena y, al aceptar que el tiempo de recreo había terminado, nos arreglamos y volvemos a la mesa de reunión para comer el desayuno y ponernos a trabajar como si no hubiera pasado nada. Él, en su puesto, a la cabeza, mirando mis informes y yo al lado mirándole a él. Lo único es que no llevo mis bragas, se las ha guardado otra vez y me pregunto si en realidad es algún fetiche.Aprieto mis labios con una sonrisa admirada de su temple. En un momento es el amante perfecto para toda principiante del sexo, y al otro, el jefe indulgente que revisa con lupa tu trabajo. Termina de revisar, cierra y apila cada carpeta, después levanta su mirada y pone una de misterio en su atractivo rostro.―¿Y bien? ―pregunto.―Aprobado el cincuenta por ciento.―Solo la mitad ―me quejo.―Te hace falta un poco más de perspicacia y también completar la cuota de diez, el porcentaje es sobre los cinco primeros entregados y algunos están incompletos ―expone.Aunque me molesta un poco que sea tan estricto,
Leer más