Capítulo 42

La alarma suena y, al aceptar que el tiempo de recreo había terminado, nos arreglamos y volvemos a la mesa de reunión para comer el desayuno y ponernos a trabajar como si no hubiera pasado nada. Él, en su puesto, a la cabeza, mirando mis informes y yo al lado mirándole a él. Lo único es que no llevo mis bragas, se las ha guardado otra vez y me pregunto si en realidad es algún fetiche.

Aprieto mis labios con una sonrisa admirada de su temple. En un momento es el amante perfecto para toda principiante del sexo, y al otro, el jefe indulgente que revisa con lupa tu trabajo. Termina de revisar, cierra y apila cada carpeta, después levanta su mirada y pone una de misterio en su atractivo rostro.

―¿Y bien? ―pregunto.

―Aprobado el cincuenta por ciento.

―Solo la mitad ―me quejo.

―Te hace falta un poco más de perspicacia y también completar la cuota de diez, el porcentaje es sobre los cinco primeros entregados y algunos están incompletos ―expone.

Aunque me molesta un poco que sea tan estricto,
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