Todos los capítulos de La pequeña prisionera del rey de los lobos: Capítulo 81 - Capítulo 86
86 chapters
Capítulo 81: Dos elementos confluyen
Alaric Esa tarde nos habíamos quedado hablando hasta bien entrada la noche. Sentía que, después de todo lo que habíamos compartido, de tocarnos y estar solos en este lugar que era solo nuestro, algo había cambiado entre nosotros. Nos habíamos vuelto inseparables.Todas las mañanas me despertaba con ella entre mis brazos. Celeste me llenaba de besos, y yo pasaba el día entrenándola y enseñándole todo lo que sabía. Nunca me había dedicado tanto a una persona como a ella.El jardín que había construido para ella era mi único refugio ahora. Cada rincón estaba pensado para brindarle paz y seguridad. Las flores parecían bailar al compás del viento, y el sonido del agua corriendo por los pequeños arroyos llenaba el aire con una tranquilidad única. Pero, incluso en este paraíso, sabía que no podía borrar los errores que había cometido. Solo podía esperar que ella me diera una oportunidad para reparar el daño.Había tardes enteras que ella pasaba con Roy, y notaba cómo, poco a poco, se iba fo
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Capítulo 82: El pozo de los secretos
FabrizioNo puedo recordar cuántos días o noches han pasado desde que caí en este pueblo hechizado. La línea entre realidad y sueño se ha desdibujado tanto que apenas puedo confiar en mi propia percepción. Siempre la misma imagen: Margarita. O lo que parece ser ella. Me acerco, la toco, intento hablarle… y todo se desvanece en una bruma insoportable. Luego despierto, el sol colándose débilmente entre las ventanas sucias, el mismo pueblo polvoriento, el mismo día repitiéndose. Un infierno diseñado a mi medida.Pero la última vez, algo fue diferente. Ella pareció darse cuenta de que algo raro pasaba y pidió mi ayuda y escuché esa voz. No me sentí solo, aun cuando el dolor y la angustia me pesaban en mi pecho, fue como si algo dispersara la bruma. Me dijo que estaba cerca, y yo me iba a agarrar de eso con manos, pies y dientes. En cuanto me levanté escuché un aullido y supe que mi amigo fantasma lo había sentido también. Me coloqué una camisa que tenía manchas de vino del otro día y salí.
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Capítulo 83: Mi rey, mi mate, mi alfa
Celeste Creo que nunca había sido tan feliz en toda mi vida. No solo estaba en el lugar de mis sueños, sino también con el hombre que me hacía vibrar. Nunca imaginé tener a alguien así junto a mí. Alaric era muy dedicado, y durante días se había empeñado en enseñarme todo lo que él sabía. Era un maestro maravilloso y, como hombre, me había mostrado ternura y compasión. Me tocaba de forma delicada, y sus besos eran incluso mejores que este jardín. Aunque estábamos encerrados en este lugar, escondiéndonos, nunca me había sentido tan libre.Cuando lo vi empapado en agua, con sus ropas siempre tan finas cubiertas de lodo y tierra, no pude evitar reírme. Mi rey gruñón y siempre molesto había cambiado mucho. Pensé que se reiría, pero algo en su mirada me decía que estaba sintiendo algo muy diferente. En sus ojos parecía arder un fuego. Entonces, al mirarme, comprendí la razón: tenía toda mi ropa completamente empapada. Mi falda larga y mi camiseta estaban tan mojadas que casi transparentab
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Capítulo 84: Que estemos separados en una ilusión
AlaricYo le había confesado mi amor y todo lo que sentía. No me costaba decirlo, pero lo que sí me dolía era darme cuenta de cuánto mal había hecho y confesarle mi culpa y mis errores. Me dolía saber que había herido a la persona que más amaba en el mundo. Mi cielo no se regocijaba en mis palabras; ni siquiera parecía creerme. Permanecía ahí, sentada sobre esa piedra, semidesnuda, mientras yo la presionaba con mi cuerpo. Me observaba a los ojos como si fuera la primera vez que me veía en la vida.—Desearía que las cosas hubiesen sido diferentes. Soy rey amargado, insoportable, vengativo y violento. Había cambiado, lo juro que sí, pero luego, en la guerra, volví a tomar decisiones de las que me arrepiento—dije, con el corazón agitado, sin poder controlarme.Ella acarició mis pómulos, y por primera vez en mucho tiempo sentí cómo se me escapaban las lágrimas. Llevaba tanto tiempo con todo esto guardado que parecía que el mundo iba a detenerse si no confesaba y liberaba lo que tenía dent
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Capítulo 85: Seis años
CelesteCuando desperté, sentí que el mundo era otro. Abrí los ojos y los recuerdos del día anterior me invadieron. Hubo momentos en los que no sabía dónde empezaba su piel y terminaba la mía. Ahora estaba en su cabaña, en su gran cama, seca y abrigada con una sábana. Mis dedos fueron a mi cuello… recordé que no me había marcado ¿Por qué? —Mi dulce amor — pronto sentí sus manos en mi espalda, acariciándome suavemente. —Esta es la mejor mañana de toda mi vida —añadió, besando mi frente. Yo solté un suspiro de felicidad.—La mía también — Noté una expresión cansada en su rostro. Ya estaba vestido y peinado, como si nada hubiese sucedido. —¿Me perdí de algo? —pregunté, confundida. Él me hizo un gesto para que mirara hacia el jardín. Entonces recordé lo que había pasado: era como si el cielo hubiera caído con la lluvia, y el río parecía haberse desbordado, alcanzándonos.—Mi mate, casi inunda todo —respondió, divertido, mientras sus ojos verdes brillaban con intensidad —Estuve acomodando
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Capítulo 86: El juego de la vampira
EvaMe habían tenido presa por quién sabe cuánto tiempo. Su Majestad me había dejado aquí para que fuera espía de estos imbéciles, y yo no estaba acostumbrada a hacer las cosas mal o a medias. Si estaba obligada a hacer de doble traidora, no me quedaba otra que hacer mi labor bien.—¿Esto es todo lo que tienen? —dije, empezando a sentir lástima al ver a mis oponentes.—Es una mujer que no conoce su lugar. Se cree más importante que todos —comentó Alfa Simón con desprecio.Dos lobos venían a atacarme. ¿Eran ciegos y sordos o simplemente muy brutos? Había estado peleando todas las noches durante días y no había perdido ni un solo encuentro. Se supone que era mi forma de castigo, y sobraban voluntarios. Dicen por ahí que hay que luchar para llegar a la cima, y mi cima era estar en esta casa y descubrir qué secretos ocultaban.—Por la diosa, ¿podrían dejar de enviarme lobos tan malolientes y feos? —dije suspirando. Los lobos se miraron con esa sonrisa de suficiencia, convencidos de tener
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