EvaMe habían tenido presa por quién sabe cuánto tiempo. Su Majestad me había dejado aquí para que fuera espía de estos imbéciles, y yo no estaba acostumbrada a hacer las cosas mal o a medias. Si estaba obligada a hacer de doble traidora, no me quedaba otra que hacer mi labor bien.—¿Esto es todo lo que tienen? —dije, empezando a sentir lástima al ver a mis oponentes.—Es una mujer que no conoce su lugar. Se cree más importante que todos —comentó Alfa Simón con desprecio.Dos lobos venían a atacarme. ¿Eran ciegos y sordos o simplemente muy brutos? Había estado peleando todas las noches durante días y no había perdido ni un solo encuentro. Se supone que era mi forma de castigo, y sobraban voluntarios. Dicen por ahí que hay que luchar para llegar a la cima, y mi cima era estar en esta casa y descubrir qué secretos ocultaban.—Por la diosa, ¿podrían dejar de enviarme lobos tan malolientes y feos? —dije suspirando. Los lobos se miraron con esa sonrisa de suficiencia, convencidos de tener
Celeste—Tienes que intentarlo de nuevo —decía él fijamente, mientras yo ni siquiera podía concentrarme. ¿Cómo podría hacerlo? Mi vida había sido un tormento, y justo cuando encontraba paz, resultaba que por seis años debía estar bajo el control de un vampiro poderoso, enemigo de mi compañero. Por si fuera poco, no tenía buenas intenciones conmigo, y para rematar, Alaric parecía convencido de sacrificarse, dejando que las consecuencias de no cumplir el trato sucedieran. No me dijo específicamente cuáles serían, pero no había que ser un genio: seguramente implicaban la muerte, sufrimiento y dolor. Yo no podía perderlo, simplemente no podía.—¡Tiene que haber una solución! Este no puede ser el final. Yo no puedo haber tenido una vida terrible para luego encontrarte, perderte ¡y tu igual! ¡Tantos años! —exclamaba, agitada, mientras él solo intentaba que continuáramos entrenando. Desde hace días insistía en que era vital que siguiera fortaleciéndome y preparándome, pero ¿cómo podía hacerlo
Celeste Mi rey me observaba mientras detallaba su piel y su cuerpo. Podía ver sus músculos marcados, su piel enrojecida. Su cabello oscuro se veía húmedo y su expresión era indescifrable. No sé qué rayos tramaba; cruzaba los dedos para que no fuera un entrenamiento. Estaba cansada de discutir y de intentar controlar mis poderes sin mucho éxito. Quería hablar con él de nuestro futuro, no de la guerra ni de los problemas que vendrían, sino de un futuro realmente juntos. Deseaba que recorriéramos el jardín tomados de la mano, viendo cada flor y cada árbol, escuchando cantar a cada pájaro, y luego bañarnos junto al río. Quería finalizar cada noche tocándolo y besándonos hasta que amaneciera.Pero yo misma lo había dicho: no éramos una pareja y teníamos tantas cosas en contra que ya había perdido la cuenta. Pequeños momentos así hacían que todo valiera la pena.—Me gusta mucho la motivación que me da mi señor —dije, y lo escuché gruñir. Acarició lentamente mi cuello y pude sentir su poder,
Eva —No se le puede creer a esa mujer, ¡ni darle una pizca de confianza! —Félix seguía chillando, molesto. Pero me había dado un primer paso al ganarme la curiosidad de Valerius.El vampiro era impactante. Las canas plateadas adornaban un rostro que, de no ser tan severo, sería atractivo. Aunque era un oponente formidable, del que estaba segura no sobreviviría en combate, mi atención se desviaba hacia la hechicera. La mujer era des-lum-bran-te, con una belleza que me resultaba inquietantemente familiar. Lo más perturbador eran sus ojos: un azul oscuro que jamás había visto antes.—¿Qué piensas, Índigo? — se dirigió Valerius a ella.—Creo que Su Excelencia tiene razón. Hay que darle una oportunidad a la recién llegada. No por ingenuidad, ni por simple bondad, sino porque el destino nos ha favorecido una vez más. Alaric vino a buscar su ayuda, Excelencia, un movimiento que usted deseaba desde hace siglos. Y ahora el destino ha dejado a esta vampira a nuestra disposición.Me observaba d
Alaric Mi mate era asombrosa, fuerte y valiente, pero ahora yo no podía dejar de ver con asombro el fuego en sus ojos. Por tenerme de esta manera, podía sentir su deseo y la forma en que me veía. Las pequeñas gotas que se movían por mi pecho y mi cuello parecían ser las puntas de sus dedos. Ella me tenía su alcance tal cual deseaba y juro que nunca perdonaré a los desgraciados que ahora nos interrumpían. —Los destruiremos, cuenta con eso— susurro Roy, ahora deseoso de sangre. — Mi cielo tenemos que irnos. —¿Irnos? —preguntó, mientras el brillo en su rostro comenzaba a apagarse. —No estamos solos. Hay enemigos afuera. Este lugar es especial, y no pueden descubrirlo. Necesito sacarte de aquí, sana y salva, lo siento — Vi la tristeza dibujarse en su rostro, el agua inmediatamente cayó y perdió su fuerza —Volveremos. Este lugar siempre será nuestro. Lo prometo. Pero ahora tenemos que volver al castillo. Ella asintió de nuevo, aunque podía notar la duda en sus ojos. Comenzamos a re
CelesteDicen que el poder embriaga a los corazones débiles. Yo podía entender por qué: se sentía magnífico. Era como una ola de energía y adrenalina recorriendo todo tu cuerpo, una sensación de que todo era posible, de que cualquier obstáculo podía ser destruido con un simple movimiento de tu mano. Para alguien como yo, que nunca había tenido la más mínima fortaleza o ventaja, era una locura absoluta.Sentía el poder vibrar en mis manos. La punta de mis dedos seguía húmeda mientras recordaba las esferas de agua que había formado, las mismas que golpearon con precisión a nuestros enemigos. Mi mate había luchado ferozmente, y me alegraba saber que yo había ayudado. Su expresión, tan orgullosa y deleitada, era algo que jamás podría olvidar. Ahora íbamos de vuelta al castillo, y no podía evitar preguntarme cómo serían las cosas allí. ¿Volvería a ser la protegida de Su Majestad? ¿O su prisionera?Mientras tanto, él me llevaba en brazos, y yo no podía evitar sonreír al verlo tan encantador
Alaric—Tuvimos visitas del enemigo, eso era claro, pero no podíamos hacer nada. Sabíamos que Elías, el guerrero, estaba afuera. Él se comunicaba con nosotros como podía, y luego, afortunadamente, llegó Luna Blanca. Nosotros aguantamos lo que pudimos. Por suerte, el castillo estaba preparado para resistir mucho tiempo sin acceso al mundo exterior —explicaba Rachel, detallando lo vivido durante nuestra ausencia.Habían pasado semanas. El tiempo en el jardín parecía transcurrir de manera diferente, y aunque cuando partimos la situación se veía terrible, todo había salido finalmente bien.—Todo eso fue gracias a que ustedes estuvieron atentos y preparados. Lamento no haberles explicado lo que sucedía. Tuve que tomar una decisión rápida y drástica —dije, mirando a todos.—Lo entendemos, Su Majestad —respondió Rachel, mientras los demás asentían.—Su poder nos protegió — indicó Xavier. Todos se veían cansados pero bien.—Agradezco infinitamente a Luna Blanca por haber venido en ese momento
Alaric—Mis alfas, mis súbditos... ¿Recuerdan la última vez que nos vimos? —dejé que mi voz resonara en las mazmorras—. Cómo me recriminaban, cómo insistían en decirme lo que debía hacer. ¿No lo recuerdan? ¿O el tiempo aquí, en las mazmorras de mi castillo, les ha hecho olvidar? Llamaron a sus manadas a sus seguidores, crearon un caos fuera del castillo. —Están tan callados, señores, que no los reconozco.El pedido de ese vampiro desgraciado me había debilitado, pero ahora estaba en mi hogar. Estaba con mi mate, con planes y estrategias. No lograrían acabar conmigo, no antes de que yo acabara con ellos primeros. Las paredes de este castillo me devolvían la fuerza. Era cuestión de tiempo hasta estar completamente repuesto.—Más que repuestos —gruñó Roy desde dentro de mí—. Seremos más fuertes que nunca. Tenemos una mate, y no una cualquieraTenía que emplear todas mis fuerzas para controlar a mi lobo. El viejo lobo soñaba con hundir sus colmillos en carne, con saborear la sangre y saci